Salmo 62:1 , Salmo 62:5

Tenemos aquí dos cláusulas correspondientes, cada una, comenzando una sección del Salmo. La diferencia es que uno expresa la paciente quietud de sumisión del salmista, y el otro es su auto-ánimo a esa misma actitud y disposición que acaba de profesar ser suya.

Aviso:

I. La expresión de la espera. Esa palabra "verdaderamente" o "única" es el registro del conflicto y el trofeo de la victoria, el signo del bendito efecto del esfuerzo y la lucha en una verdad más firmemente sostenida y en una sumisión más perfectamente practicada. Las palabras corren literalmente: "Mi alma es silencio para Dios". Esa forma de expresión enérgica describe la integridad de la sumisión sin murmuraciones y la fe tranquila del salmista.

Todo su ser es una gran quietud, que no se rompe por pasiones clamorosas, por deseos en voz alta, por ninguna reticencia que lo reproche. Su silencio es (1) un silencio de la voluntad. El significado llano de esta frase es resignación; y la resignación es solo una voluntad silenciosa. Una voluntad tan silenciosa es una voluntad fuerte. El verdadero secreto de la fuerza radica en la sumisión. (2) También debemos mantener nuestro corazón en silencio. No puede decir: "Mi alma está en silencio ante Dios", cuyo ser entero está lleno de vanidades y es ruidoso con el estruendo del mercado.

(3) Debe haber silencio de la mente, así como del corazón y la voluntad. Debemos cultivar el hábito de separar nuestros pensamientos de la tierra y mantener nuestra mente quieta ante Dios, para que Él pueda derramar Su luz en ellos.

II. La profesión de resignación total de este hombre es quizás demasiado alta para nosotros; pero podemos hacer nuestra su autoexhortación. El silencio del alma ante Dios no es mera pasividad. Se requiere la energía más intensa de todo nuestro ser para mantener todo nuestro ser quieto y esperar en Él. Así que pon todas tus fuerzas en la tarea y asegúrate de que tu alma nunca esté tan intensamente viva como cuando, en la más profunda abnegación, espera en silencio ante Dios.

A. Maclaren, Weekday Evening Addresses, pág. 151.

Referencias: Salmo 62:2 . Spurgeon, Sermons, vol. ii., núm. 80. Salmo 62:5 . Ibíd., Morning by Morning, pág. 59. Salmo 62:5 ; Salmo 62:6 .

C. Stanford, Expository Sermons and Outlines on the Old Testament, pág. 237. Salmo 62:8 . Spurgeon, Evening by Evening, pág. 247. Salmo 62:11 . Revista del clérigo, vol. x., pág. 218. Salmo 62 A. Maclaren, Life of David, pág. 255.

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