Santiago 1:12

La tentación tratada como una oportunidad.

I. La Biblia nos enseña, y como cristianos creemos, que hay un curso regular de tentaciones para nosotros en esta vida; que hay una serie de objetos y deseos que se nos presentan constantemente en el curso natural de las cosas aquí a los que no debemos ceder, sino resistir, aunque se presenten. Vemos a un gran número en el mundo que prácticamente parece creer que no existen las tentaciones en el mundo.

La Escritura es aguda y desconfiada de todo lo que ofrece el mundo. Desconfía de todo, parecería decir, hasta que se demuestre que es seguro. Piense en todo lo peligroso y engañoso. El mundo dentro de ti y el mundo exterior son malos, y se colocan en ti y cerca de ti para que no tengas nada que ver con ellos, para que al no tener nada que ver con ellos, aunque estén tan cerca, tú puede ganar una distancia más completa y remota de ellos.

II. En general, depende enteramente del principio que tengamos en la mente para empezar si consideramos una serie de impulsos e incitaciones que nos rodean todos los días como llamadas para inducirnos o como tentaciones para probarnos. En una forma de ver nuestro estado aquí, el mundo está lleno de tentaciones; en otro no tiene ninguno. Ya sea la tentación del placer, la obtención de dinero, el discurso apresurado o la presunción, hay muchos que nunca lo verán en ninguno de estos casos; es decir, lo ven, pero no lo ven como una tentación, sino como una oportunidad.

Nunca se les ocurre tomar el lado contradictorio en el curso de las cosas aquí. Si hay algo cierto en las Escrituras es que estamos aquí en un estado de guerra, y debemos actuar como si lo estuviéramos. Debemos tener una visión más severa de las invitaciones con las que nos encontramos en nuestro curso. Debemos mirarlos con hostilidad, y tomarlos de inmediato por lo que son nuestros enemigos y oponentes y entonces tendremos el socorro que Dios ha prometido.

JB Mozley, Parochial and Occasional Sermons, pág. 14.

Referencias: Santiago 1:12 . Revista del clérigo, vol. VIP. 95; Spurgeon, Sermons, vol. xxxi., núm. 1834; Homilista, tercera serie, vol. viii., pág. 209. Santiago 1:13 ; Santiago 1:14 .

Homiletic Quarterly, vol. VIP. 102; Revista del clérigo, vol. VIP. 94; HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. iv., pág. 19. Santiago 1:13 . Ibíd., Vol. xxx., pág. 339; Revista del clérigo, vol. ii., pág. 156. Santiago 1:15 .

A. Mursell, Christian World Pulpit, vol. xiv., pág. 104; JG Horder, Ibíd., Vol. xxx., pág. 141. Santiago 1:16 ; Santiago 1:17 . C. Kingsley, Village Sermons, pág. 25. Santiago 1:16 . Preacher's Monthly, vol. vii., pág. 375.

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