Santiago 1:18

Las primicias de las criaturas de Dios.

I. "Por su propia voluntad", o porque Él lo quiso, se da como la razón por la que Dios nos otorgó una nueva vida. Debemos recibir esta seguridad con el esfuerzo de sacar provecho de ella y obtener un bien práctico de ella, no con vana especulación sobre la naturaleza de los decretos de Dios, y menos aún con cualquier pensamiento profano y mundano de que Él distribuye Sus bendiciones, como un gobernante humano voluntarioso, con un espíritu arbitrario y caprichoso, pero con un devoto reconocimiento de que nuestro bautismo, nuestro conocimiento del cristianismo, nuestra educación, nuestras oportunidades, cualquier progreso o mejora que hayamos hecho en santidad, no son el resultado de nuestra mérito propio, sino de la bondad de Dios. Nuestro sentimiento debe ser de humilde gratitud, que nos lleve a realizar esfuerzos más serios para merecer el favor de Dios y cumplir con las responsabilidades que Él nos ha encomendado.

II. "Él nos engendró". Aquí de nuevo Santiago, no menos claramente que San Pablo o San Juan o que Él, que fue el Maestro común de todos ellos, nos habla de ese cambio radical de corazón y de principios, esa conversión a Dios, esa resurrección a la justicia. , que bien podría llamarse un nuevo nacimiento. Y aquí se declara que este gran cambio es un don de Dios.

III. Fuimos engendrados por la palabra de verdad, es decir, por el Evangelio. Aprendemos de esto que es solo a través del cristianismo que podemos escapar del pecado. En Cristo, y solo en Cristo, encontraremos la nueva vida por la que nos esforzamos.

IV. "Para que seamos una especie de primicias de sus criaturas". Aquí Santiago les dice a sus lectores el propósito de Dios al llamarlos así a una nueva vida a través del Evangelio de Su Hijo, para que puedan ser los primogénitos de la gran casa cristiana, consagrados a Dios. Eran el comienzo de la gran cosecha espiritual que pronto se recogería de los campos blanqueados, los hermanos mayores que iban a ser ejemplos y modelos para los que aún habían de nacer en la familia de Dios.

GEL Cotton, Expository Sermons on the Epistles, vol. ii., pág. 15.

Referencia: Santiago 1:18 . J. Keble, Sermones para los días de los santos, pág. 224.

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