JUICIO ETERNO

'Del juicio eterno'.

Hebreos 6:2

En la vida encarnada del Hijo de Dios se nos ha permitido ver de una vez por todas lo que podría ser una vida perfecta, vivida en las condiciones de un mundo como este, tal como lo conocemos.

I. ¿Quién, entonces, es tan capaz de juzgar como Aquel que sabe lo que es el hombre y lo que puede alcanzar, cómo un hombre es tentado y cómo un hombre es ayudado? Si Aquel que sabía lo que había en el hombre, por ser Hombre, nos dejó la Iglesia Católica, seguramente es justo que con este conocimiento ascienda al Trono del Juicio y dicte el juicio final, no solo sobre lo que somos, sino sobre lo que somos. lo que podríamos haber sido.

Gracias a Dios, podemos contar con su simpatía. No necesitamos erigir un trono de compasión frente al trono de la justicia. Porque, ¿quién tan compasivo como Aquel que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado? Pero, si podemos contar con Su simpatía, también sentimos que debemos contar con Su justicia. No debemos estar gritando eternamente, "¡pobre naturaleza humana!" No debemos decir siempre: "El hombre es frágil y Dios es misericordioso".

II. No puede ser indiferente si aceptamos o rechazamos la estimación que Dios ha hecho de nuestra naturaleza, la revelación que nos ha concedido de nuestro destino y la provisión que ha hecho para nuestra salvación. Hay ciertas condiciones en las que la negligencia es la falta más grave que se puede cometer.

III. El sentido de un juicio venidero es una doctrina de importancia presente para todos nosotros. Tan importante es que Dios parece haber provisto dentro de cada uno de nosotros ese órgano de autoconciencia que llamamos conciencia, mediante el cual podemos mirar la ley de Dios, y mirar nuestras acciones, y decir de cada una de ellas si son buenas o no. malo.

El cristianismo fundamental es el cristianismo como Cristo lo enseñó, donde no hay nada superfluo, nada que podamos considerar como insignificante. Y entre las doctrinas que toman su lugar como absolutamente esenciales para una visión correcta de la vida y el carácter cristianos, se encuentra la más alta sanción para la responsabilidad humana, que reviste nuestros pensamientos y acciones más simples con la importancia que está consagrada en la certeza del juicio eterno, que a todo niño se le enseña a anticipar, como dice en la sencilla palabra del Credo de los Apóstoles: "De allí vendrá a juzgar a vivos y muertos".

-Rvdo. Canon Newbolt.

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