Comentario del púlpito de James Nisbet
Isaías 38:15
ENFERMEDAD SANTIFICADA
'Iré en silencio todos mis años en la amargura de mi alma'.
En el texto aparece una expresión que abre la parte jubilosa del cántico de acción de gracias de Ezequías por la recuperación. La versión King James aquí dice: 'Iré en silencio todos mis años en la amargura de mi alma'. Pero nuestra Versión Revisada da el significado correctamente, ' debido a la amargura de mi alma'.
La nueva lectura marginal da como sustituto de 'id suavemente', 'como en procesión solemne'. Es como si Ezequías viera en visión agradecida la larga procesión de sus días y años, a la vista de su pueblo, subiendo ante Dios, un himno de alabanza a su libertador.
La enfermedad, la tristeza o el sufrimiento de cualquier tipo, cuando se santifica, tiene este efecto suavizante. En recuerdo de lo que hemos sentido y aprendido, queremos ir con suavidad, ternura, gentileza. Esto se manifiesta de tres formas: -
I. Con ternura de conciencia. —Habiendo aprendido más de nuestra propia debilidad, encontramos la necesidad de caminar con suavidad, ternura. Como un hombre caminaría sobre hielo delgado, mirando a su alrededor en busca de algo fuerte sobre lo que descansar, así lo haremos nosotros, sabiendo que debemos pasar por lugares difíciles y difíciles, y mirando a Cristo y al Espíritu Santo en todas nuestras debilidades. e insuficiencia.
II. Aquel que ha sido sacudido por la mano de Dios, ya sea física o moralmente, debe haber aprendido una caridad más grande y tierna por la debilidad de los demás, por sus dudas y divagaciones. —La enfermedad casi siempre trae algo de este efecto suavizante al corazón ya la vida por un tiempo. Corrige y somete los ángulos y asperezas del carácter.
III. La enfermedad santificada producirá dulzura de espíritu ante Dios. —Nuestros pensamientos sobre Él serán más amorosos, más agradecidos, más personales. Tendemos a pensar en Dios como una abstracción; hablar de Él como el químico y el astrónomo hablan de los principios de la ciencia, o del problema sobre el que hacen sumas en sus pizarras. Pero pensaré en Él no como el gran Gobernante, el Benefactor general, sino como mi Amigo, mi Sanador, Aquel que me ha levantado de las puertas de la muerte. Mi voz al pronunciar Su nombre será trémula de sentimiento y suave con intensidad y ternura de amor.