CULTURA MODERNA

"El que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él".

Marco 10:15

Se ha señalado que la Iglesia ha descuidado un gran deber al no tratar fielmente la cultura moderna. Desde el punto de vista del cristianismo, existen al menos tres graves acusaciones contra la llamada cultura de la actualidad:

I. Piensa más de sí mismo de lo que debería pensar. Sus elevadas pretensiones serían ridículas, si no tan tristes. El arte no es más que un juguete, un juguete noble por así decirlo, pero no es esencial para el severo trabajo de las almas humanas. San Pablo abandonó la cultura por la Cruz. Entró en el Reino cuando era un niño.

II. La unilateralidad de la cultura moderna nos impresiona. La tendencia de la cultura moderna es desarrollar el lado intelectual de la naturaleza del hombre a expensas de su moral. La cultura del carácter debe ocupar el primer lugar.

III. La cultura moderna es principalmente egoísta — Aquellos que han recibido la mayor parte de los dones de Dios no siempre dan la mejor respuesta a Su generosidad. Ningún hombre tiene derecho a disfrutar de algo que no esté dispuesto a compartir con los demás. Si podemos, ¿dónde está el sacrificio de nuestra vida? ¿Dónde está nuestra cruz?

Allí, en esa palabra 'cruz', está el abismo que separa el cristianismo de la cultura moderna.

-Rvdo. Canon SA Alexander.

Ilustración

En el prefacio de Souvenirs de l'Enfance et de la Jeunesse , el brillante francés cuenta una leyenda de su Bretaña natal. Se relaciona con un pueblo imaginario llamado Is, que los pescadores suponían que había sido tragado por el mar en tiempos muy lejanos. Pero a veces, según cree esta gente sencilla, las agujas de las iglesias se pueden ver en el hueco de las olas cuando el mar está agitado, y durante una calma, si escuchas bien, es posible que escuches las campanas repicando el himno apropiado para El dia.

Y M. Renan añade, bastante patéticamente: “A menudo me imagino que tengo en el fondo de mi corazón una ciudad de Is, con sus campanas convocando a la oración a una congregación recalcitrante”. Bienaventurados aquellos cuyas almas todavía se emocionan con los ecos de los textos y oraciones aprendidas en la infancia, que son como niños y de corazón sencillo, ¡la gracia, la misericordia y la paz sean con todos ellos en gran medida! '

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