MISTERIOSOS PASAJES DE VIDA

'Y los vio remando afanosamente; porque el viento les era contrario.

Marco 6:48

Los vio 'trabajar' —la palabra en el original es muy fuerte, forjada, probada, torturada—, pero, sin embargo, continuaban la tarea que parecía tan desesperada y perseveraban en el combate desigual, que todo el tiempo producía la angustia.

Este Jesús vio entonces, ¿y qué ve ahora?

I. El viaje de la vida — Todos estamos unidos en una santa comunión, y nuestro primer deber es avanzar e impulsarnos a nosotros mismos ya los demás — toda la Iglesia — hacia la meta señalada. Y en ese viaje, en el que todos estamos encadenados, cada uno de nosotros tiene su propio trabajo asignado que hacer, y ese trabajo es para cada hombre algo definido, real y difícil.

II. Dificultades.- ¡ Quien que ha andado un poquito en este curso no sabe cuán difícil se hace el camino, y cuántas son las cosas que se levantan contra él! Y con todo esto vienen los agravios de una mente acosada y perpleja por las oscuridades en las que se encuentra envuelta; existe el doloroso cuestionamiento, '¿Es este el camino?' Y luego viene esa amarga sensación de soledad, sin voz de amor, humana o divina; sentimientos tempranos perdidos, o irse con el Consolador perdido; la ruptura de todo en lo que solíamos apoyarnos; la miserable desolación; ninguna oración respondida, ningún dolor curado, ningún bien hecho, ninguna respuesta cordial, pero todo, arriba, abajo, alrededor, por todos lados, todo triste y silencioso. Estos son verdaderos pasajes de la vida.

III. Dios envía una palabra de consuelo : Jesús te ve. Ve cada golpe de esa mano, cada jadeo de ese pecho, cada jadeo de ese corazón, cada ola, cada ráfaga inquietante, cada aliento hostil. La oscuridad y la distancia lo alejan de ti, pero nunca te alejan de Él. Ese es el punto; esa es toda la prueba; ese es el ejercicio de la fe. No puedo ver a mi Salvador, pero mi Salvador sí me ve a mí; y me ve tratando de complacerlo y de llegar al lugar donde me ha dicho que lo veré.

Ilustración

“Si, como San Pedro, fijamos nuestros ojos en Jesús, también nosotros podemos caminar triunfantes sobre las crecientes olas de la incredulidad, y sin espantarnos en medio de los crecientes vientos de la duda; pero si apartamos nuestros ojos de Él, si, y como estamos tan tentados a hacer, miramos más bien el poder y la furia de esos elementos destructivos que a Aquel que puede ayudar y salvar, entonces también nosotros nos hundiremos inevitablemente. Oh, si sentimos, a menudo y con frecuencia, que las inundaciones de agua amenazan con ahogarnos, y las profundidades con tragar el vaso arrojado de nuestra Iglesia y Fe, que se nos conceda una y otra vez escuchar en medio de la tormenta, y las tinieblas y las voces que profetizan la guerra, esas dos palabras más dulces del Salvador: “No temas. Solo cree." "Soy yo. No temas." '

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