Comentario del púlpito de James Nisbet
Proverbios 16:2
LOS PRINCIPIOS CAMBIAN LA ESCALA
“Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero el Señor pesa los espíritus.
Ya sea por la condición en la que se encuentra el hombre en este mundo, rodeado de cerca por todos lados por lo visible y tangible, o porque nuestro entendimiento se ha oscurecido a consecuencia de la caída, es cierto que experimentamos la mayor dificultad para lograrlo. formando una noción de las cosas espirituales. El intelecto finito se hunde exhausto por el vano esfuerzo de imaginarse el infinito. ¿Quién puede 'buscando encontrar a Dios'?
I. Ahora bien, la consecuencia natural de esta aversión e incapacidad de nuestra naturaleza para las ideas espirituales es una fuerte tendencia al materialismo en la religión.
II. Hay una clase de errores que resultan de este principio, contra los cuales todos debemos estar en guardia. Me refiero a puntos de vista falsos de la naturaleza de la ley de Dios y del principio sobre el cual se otorga Su sentencia.
III. ¿Cuál es el pecado del que un espíritu puede ser culpable contra Dios? —Claramente no puede ser ninguna de estas graves transgresiones de la letra de la ley, que comúnmente se llaman pecados. Para cometerlos hay que unirlos a un cuerpo. Debe ser un pecado en esa facultad que es exclusivamente espiritual; es decir, en el testamento. La transgresión más leve prueba, tan claramente como la más grande, la innata iniquidad de la voluntad pervertida y, por lo tanto, pecaminosa.
IV. Es cierto que hay que pasar una prueba espiritual, escrutadora y terrible como el fuego consumidor de un horno siete veces calentado. —Pero puedes atravesarlo ileso si en medio de él el Hijo del Hombre es tu compañero.
—Arzobispo Magee.
Ilustración
'Simplemente tome estos dos pensamientos, que las mismas acciones que a veces probamos, en nuestros balances muy defectuosos y cargados, también tienen que entrar en la balanza infalible, y que las acciones van con su interpretación en su motivo. "Dios pesa los espíritus". Él lee lo que hacemos por Su conocimiento de lo que somos. Nos revelamos unos a otros lo que somos por lo que hacemos y, como es un lugar común, ninguno de nosotros puede penetrar, salvo muy superficialmente y, a menudo, de manera inexacta, los motivos que actúan.
Pero el motivo son las tres cuartas partes de la acción. Dios no va de afuera, por así decirlo, hacia adentro; de nuestras acciones para estimar nuestro carácter; pero Él comienza con el carácter y el motivo —el carácter habitual y el motivo ocasional— y por estos Él lee el hecho. Reflexiona, penetra hasta el corazón de la cosa y pesa los espíritus.