Ezequiel 16:1-63
1 Entonces vino a mí la palabra del SEÑOR, diciendo:
2 “Oh hijo de hombre, haz conocer sus abominaciones a Jerusalén.
3 Dile que así ha dicho el SEÑOR Dios a Jerusalén: ‘En cuanto a tu origen y a tu nacimiento, eres de la tierra de los cananeos; tu padre fue un amorreo y tu madre una hetea.
4 Y en cuanto a tu nacimiento, el día en que naciste no fue cortado tu cordón umbilical ni fuiste lavada con agua por higiene. No fuiste frotada con sal ni envuelta en pañales.
5 No hubo ojo que te tuviera lástima, para hacer por ti alguna de estas cosas, teniendo compasión de ti. Al contrario, el día en que naciste fuiste echada sobre la superficie del campo con repulsión por tu vida.
6 “‘Pero pasé junto a ti y te vi revolcándote en tu sangre. Y estando tú en tu sangre, te dije: ¡Vive! Te dije: ¡Sí, vive en tu sangre!
7 “‘Te hice crecer como la hierba del campo. Creciste, te desarrollaste y llegaste a la flor de la juventud. Tus pechos se afirmaron, y tu cabello creció; pero estabas desnuda y descubierta.
8 “‘Pasé junto a ti y te miré, y he aquí que estabas en tu tiempo de amar. Entonces extendí sobre ti mis alas y cubrí tu desnudez. Te hice juramento y entré en pacto contigo; y fuiste mía, dice el SEÑOR Dios.
9 Te lavé con agua, limpié la sangre que tenías sobre ti y te ungí con aceite.
10 Te vestí con un vestido de colores variados, y te calcé con sandalias de cuero fino. Te ceñí de lino y te cubrí de seda.
11 Te adorné con joyas; puse brazaletes en tus manos y un collar en tu cuello.
12 Puse un zarcillo en tu nariz, aretes en tus orejas y una corona de hermosura sobre tu cabeza.
13 Fuiste adornada con oro y plata; tu vestido era de lino, de seda y de tela bordada. Comiste harina fina, miel y aceite. Llegaste a ser sumamente bella y alcanzaste la realeza.
14 Y tu fama se difundió entre las naciones, a causa de tu belleza, que era perfecta por el esplendor que puse en ti, dice el SEÑOR Dios.
15 “‘Pero confiaste en tu belleza y te prostituiste a causa de tu fama; vertiste tu lujuria sobre todo el que pasaba, fuera quien fuera.
16 Tomaste algunos de tus vestidos y te hiciste lugares altos de vivos colores, y sobre ellos te prostituiste. ¡Cosa semejante no ha sucedido ni volverá a suceder!
17 Asimismo, tomaste las bellas joyas de mi oro y de mi plata que yo te había dado, y te hiciste símbolos de varón, y con ellos te prostituías.
18 Tomaste tus vestidos bordados para cubrirlos, y pusiste ante ellos mi aceite y mi incienso.
19 También tomaste mi pan que yo te había dado — la harina fina, el aceite y la miel con que yo te alimentaba — y lo pusiste delante de ellos como grato olor, dice el SEÑOR Dios.
20 “‘Además de esto, tomaste a tus hijos y a tus hijas que me habías dado a luz, y los sacrificaste ante ellos para que fueran consumidos. ¿Eran poca cosa tus prostituciones?
21 Pues degollaste a mis hijos y los diste para hacerlos pasar por fuego ante ellos.
22 En medio de tus abominaciones y de tus prostituciones no te acordaste de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta, revolcándote en tu sangre.
23 Y sucedió que después de toda tu maldad (¡Ay, ay de ti! dice el SEÑOR Dios),
24 construiste plataformas e hiciste lugares altos en todas las plazas.
25 En cada comienzo de camino construiste lugares altos y convertiste tu hermosura en abominación, ofreciéndote a cuantos pasaban y multiplicando tus prostituciones.
26 “‘Te prostituiste con los hijos de Egipto, tus vecinos de grandes carnes; multiplicaste tus prostituciones, provocándome a ira.
27 Por tanto, he aquí que extendí mi mano contra ti y disminuí tu ración. Te entregué a la voluntad de quienes te aborrecen, las hijas de los filisteos, las cuales se avergüenzan de tu conducta infame.
28 Y como no te quedaste satisfecha, te prostituiste también con los hijos de Asiria. Te prostituiste con ellos, pero tampoco te quedaste satisfecha.
29 Igualmente, multiplicaste tus prostituciones con una tierra de mercaderes, con Caldea. Pero tampoco con esto te quedaste satisfecha.
30 “‘¡Cuán débil es tu corazón!, dice el SEÑOR Dios. Porque has hecho todas estas cosas, obras de una prostituta atrevida,
31 al edificar tus plataformas en el comienzo de cada camino, y tus altares que hiciste en todas las plazas. No has sido como una prostituta, porque tú despreciaste la paga.
32 ¡Mujer adúltera! ¡En lugar de su marido recibe a los extraños!
33 A todas las prostitutas les dan obsequios; en cambio, tú diste regalos a todos tus amantes y los sobornaste para que vinieran a ti de todas partes para tus prostituciones.
34 Cuando te prostituiste, contigo sucedió lo contrario de las otras mujeres. A ti no se te solicitó para la prostitución; y eres diferente, porque diste tú la paga y no te fue dada la paga a ti.
35 “‘Por tanto, oh prostituta, escucha la palabra del SEÑOR.
36 Así ha dicho el SEÑOR Dios: Por cuanto han sido vertidos tus recursos, ha sido descubierta tu desnudez en tus prostituciones con tus amantes y con todos tus ídolos abominables, y les has dado la sangre de tus hijos,
37 por eso, he aquí que voy a reunir a todos tus amantes con quienes tuviste placer. A todos los que amaste y a todos los que aborreciste, los reuniré contra ti de los alrededores. Ante ellos descubriré tu desnudez, y verán toda tu desnudez.
38 Luego te aplicaré la sentencia de las mujeres adúlteras y de las que derraman sangre. Traeré sobre ti sangre de ira y de celos.
39 Te entregaré en mano de ellos, y destruirán tus plataformas y derribarán tus altares. Te desnudarán de tus ropas, se llevarán tus hermosas joyas y te dejarán desnuda y descubierta.
40 Harán subir contra ti una multitud, quienes te arrojarán piedras y con sus espadas te harán pedazos.
41 Quemarán tus casas con fuego y ejecutarán actos justicieros contra ti, ante los ojos de muchas mujeres. Así haré que dejes de ser una prostituta y que ceses de dar tú la paga.
42 Haré que sobre ti se asiente mi ira; mi celo se apartará de ti y me calmaré, y no me enojaré más.
43 Porque no te acordaste de los días de tu juventud y me provocaste a ira con todas estas cosas, yo también haré recaer tu conducta sobre tu propia cabeza, dice el SEÑOR Dios. ¿Acaso no has agregado la depravación a todas tus abominaciones?
44 “‘He aquí que todo el que suele usar refranes usará este refrán contra ti, diciendo: ¡De tal madre, tal hija!
45 ¡Tú eres hija de tu madre! Ella aborreció a su marido y a sus hijos. Eres hermana de tus hermanas, que aborrecieron a sus maridos y a sus hijos. La madre de ustedes fue una hetea, y su padre un amorreo.
46 Tu hermana mayor es Samaria, la cual con sus hijas habita al norte de ti. Y tu hermana menor es Sodoma, la cual con sus hijas habita al sur de ti.
47 Pero no solo anduviste en los caminos de ellas e hiciste sus abominaciones. ¡Como si fuera poca cosa, te corrompiste más que ellas en todos tus caminos!
48 ¡Vivo yo, que tu hermana Sodoma y sus hijas no han hecho como hiciste tú con tus hijas!, dice el SEÑOR Dios.
49 He aquí, esta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma: Orgullo, abundancia de pan y despreocupada tranquilidad tuvieron ella y sus hijas. Pero ella no dio la mano al pobre y al necesitado.
50 Ellas se enaltecieron e hicieron abominación delante de mí; de modo que cuando las vi, las eliminé.
51 Samaria no ha cometido ni la mitad de tus pecados, porque tú has hecho muchas más abominaciones que ellas. Por todas tus abominaciones que has cometido, ¡has hecho que tus hermanas parezcan justas!
52 Tú, también, carga con tu afrenta, pues has hecho que el juicio fuera favorable para tus hermanas; porque los pecados que tú has cometido son más abominables que los de ellas. ¡Ellas son más justas que tú! Avergüénzate, pues, tú también y carga con tu afrenta; pues has hecho que tus hermanas parezcan justas.
53 “‘Sin embargo, yo las restauraré de su cautividad: la cautividad de Sodoma y de sus hijas, y la cautividad de Samaria y de sus hijas. Y entre ellas también te restauraré a ti de tu cautividad,
54 para que cargues con tu afrenta y te avergüences de todo lo que has hecho, sirviéndoles de consuelo.
55 Tus hermanas, Sodoma y sus hijas, volverán a su estado anterior; y Samaria y sus hijas volverán a su estado anterior. También tú y tus hijas volverán a su estado anterior.
56 ¿Acaso tu hermana Sodoma no fue un proverbio en tu boca en el día de tu soberbia,
57 antes que fuera descubierta tu propia maldad? Ahora tú has llegado a ser como ella, una vergüenza para las hijas de Edom y todos los que la rodean, y para las hijas de los filisteos, quienes por todos lados te desprecian.
58 Cargarás con tu infamia y con tus abominaciones, dice el SEÑOR.
59 Porque así ha dicho el SEÑOR Dios: Haré contigo como tú hiciste al menospreciar el juramento e invalidar mi pacto.
60 “‘Sin embargo, yo me acordaré de mi pacto que hice contigo en los días de tu juventud, y estableceré contigo un pacto eterno.
61 Entonces te acordarás de tus caminos y te avergonzarás cuando recibas a tus hermanas mayores que tú, y a las menores que tú, las cuales te daré por hijas, pero no a causa del pacto hecho contigo.
62 Pues yo restableceré mi pacto contigo, y tú sabrás que yo soy el SEÑOR;
63 para que te acuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca a causa de tu afrenta cuando yo haga expiación por todo lo que has hecho’ ”, dice el SEÑOR Dios.
Ezequiel 16:3 . Tu padre era amorreo y tu madre hitita, chitit, una familia de inmodestia. Los israelitas se enorgullecían de su descendencia de los santos patriarcas, herederos de las promesas; pero su ascendencia moral era de los Chetim. Todas las naciones, como los caldeos, los hebreos y los godos, se jactaban de ser descendientes de Dios.
Nuestros jefes sajones siempre remontan su genealogía dando un salto hasta Odin. Poole, después de Sanctius, cita los agudos reproches de la reina Dido de Cartago contra Eneas, quien había sido recibida con la mayor hospitalidad cuando estaba fugitiva y honrada con su mano, pero ahora la dejó para Italia.
Nec tibi Diva parens, generis nec Dardanus auctor, Perfide, sed duris genuit te cautibus horrens Caucasus, Hyrcanæque admôrunt ubera tigres. Virgilio, Eneida. 4: 365.
Falso como eres, y más que falso abandonado; No surgió de sangre noble, ni nació diosa; Sino de las entrañas endurecidas de una roca; Y la áspera tigresa de Hyrcan te dio de mamar.
Ezequiel 16:5 . Ningún ojo se compadeció de ti; fuiste arrojado al campo abierto. Tal fue el caso de los niños varones en Egipto; ni dios ni nación les prestó ayuda.
Ezequiel 16:6 . En tu propia sangre, habiendo expulsado las parteras a los niños varones. Maimónides dice, la sangre de tu circuncisión. Pero esto es simplemente un toque de delicadeza.
Ezequiel 16:8 . Tu tiempo fue el tiempo del amor. Cuando yo, juravi te, te juré por pacto. Cuando el SEÑOR tu Hacedor vino a ser tu marido; y cuando tú, por todo juramento y sacrificio, te hiciste mío.
Ezequiel 16:10 . También te vestí de bordado. El vestido de Judá se describe aquí como el de una reina para la coronación, lo cual era correcto en los tiempos de David y Salomón. ¿Baal, su nuevo esposo, hizo algo por ella? ¡Ah, no! sus amantes gentiles la desnudaron.
Ezequiel 16:12 . Puse una joya en tu frente. Hebreo, en tu nariz. Los negros de África y Asia llevan baratijas colgadas de la nariz. Pero si el rostro humano es la primera belleza de la creación, ¿cómo pueden los ornamentos brillantes aumentar su lustre? Tus gemas y tus vestidos superaron la concepción en belleza. Tu traje principesco superó el esplendor real de la hija de Faraón, y tu sumo sacerdote, en su gloriosa vestimenta, era una figura de la gloria de Cristo.
Ezequiel 16:16 . No vendrán cosas semejantes. Mejor como dice la Vulgata, no debería y no debería hacerse. Dios no dará su gloria a las imágenes esculpidas. El esplendor de la mitología gentil fue en todos los sentidos el mayor insulto al cielo, pero doblemente en el judío, que había jurado guardar el pacto del Señor.
Ezequiel 16:20 . Has tomado tus hijos y tus hijas, que en verdad son mis hijos, y los has sacrificado a Moloch; esto es más que darles tus mejores vestidos. ¿Son estos tus procedimientos sangrientos y antinaturales en tus fornicaciones, pequeños asuntos?
Ezequiel 16:24 . También te edificaste un lugar eminente, y pusiste un lugar alto en cada calle. La palabra hebrea gab se traduce lapernar en la Vulgata, que sigue a la LXX; y fornicem de Montano . Las abominables formas de los ídolos, tanto dioses como diosas, la historia sagrada desdeña nombrar.
Los burdeles contiguos a los altares se correspondían con el carácter de la devoción; allí se perpetraba todo tipo de inmodestia y abominación. Por eso, cuando los piadosos reyes de Judá demolieron los ídolos y los altares, demolieron al mismo tiempo las casas de la infamia.
Ezequiel 16:26 . Has cometido fornicación con tus prójimos. Tus altares, tus templos fueron los burdeles de Egipto, de Tiro y de Caldea. Tus ilícitas apostasías han sido tan amplias como los círculos del comercio: incluso has superado a todas esas naciones.
Ezequiel 16:33 . Dan regalos a todas las putas. Mientras que te desnudas para atraer y contratar a tus amantes. Tus prostituciones son incomparables. Tomas el liderazgo de todas las naciones en tus depravaciones, y pareces lamentarte por no poder descender con suficiente rapidez a las cavernas de los gigantes. Job 26:4 .
Ezequiel 16:35 . Por tanto, ramera, escucha la palabra del Señor. La iglesia idólatra es llevada aquí al bar, cubierta con un manto de vergüenza y se inclina en silencio para escuchar su condenación. En presencia del juez, no se atreve a murmurar que ella no es culpable. Cada boca se detiene allí, la acusación es justa y sin exagerar.
Ezequiel 16:37 . Les descubriré tu desnudez. Tácito, sobre la moral de los alemanes, dice que le cortaron el cabello a una adúltera en presencia de sus parientes y dejaron al descubierto su cuerpo desnudo. Ver. 18, 19. A este castigo primitivo, aquí alude el profeta, y con el propósito moral de desenmascarar el crimen y la bajeza de la apostasía.
Ezequiel 16:38 . Te juzgaré como a una mujer que rompe el matrimonio. Te despojaré de tu rango real y tu gloria, trayendo ejércitos contra ti, que te apedrearán con máquinas de guerra y quemarán tus ciudades con fuego. Así haré cesar mi furor, como se extingue el fuego cuando se consume el combustible.
Ezequiel 16:46 . Tu hermana mayor es Samaria, la principal en la adoración de tus becerros. Tu hermana menor es Sodoma, en el rango de las ciudades antiguas. Qué asociación tan mortificante. Jerusalén, la ciudad santa, puesta en el medio, como la mayor pecarra de las tres. Qué espantosos temas de un curso de los crímenes más atrevidos, y desenfreno desenfrenado. Ahora, los tres sucesivamente en llamas, y el humo siempre ascendiendo, como de hornos del ardiente disgusto de Dios.
Ezequiel 16:53 . Cuando vuelva a traer la cautividad de Sodoma y sus hijas. Por hijas entendemos las ciudades dependientes y sus vecinas. Esto puede referirse a algunos descendientes de los que escaparon, como dice la LXX. Το καταλοιπον Αδαμα, el residuo de Admah. Pero el mejor sentido es, como en Ezequiel 16:60 .
“No obstante, me acordaré de mi pacto, el pacto eterno”, que comprende la conversión del mundo gentil a Dios. Esto debe entenderse de la iglesia del nuevo testamento, cuando la Jerusalén de arriba se convertirá en la madre de todos nosotros. Mediante este pacto, se agrega: “sabrás que yo soy Jehová”.
Ezequiel 16:63 . Para que te acuerdes y te avergüences, y no abras más la boca a causa de tu vergüenza. Aquí hay una pacificación hecha en los últimos días, pero no por Aarón. Es por el Siervo justo de Dios, quien rociará con su sangre a muchas naciones. Isaías 52:15 .
También enseñará la filosofía del cielo a las naciones, que los reyes o profesores de las ciencias mundanas no habían oído ni conocido. En toda la Biblia no hay texto tan apropiado como este para tocar el corazón de los descarriados, para recordar, como cuando el hijo pródigo volvió en sí mismo, y para ser confundido con la abundancia de gracia para el mayor de los pecadores. Es la gracia, la gracia que será el cántico de Sion en la era futura. “Venid, cantemos al Señor. Regocijémonos de todo corazón en la fuerza de nuestra salvación ".
REFLEXIONES.
¿Puede alguien, después de leer este capítulo y sopesar todas las figuras brillantes que reinan a lo largo de toda la alegoría, doblar la rodilla o levantar la mano a los ídolos? Aquí hay un retrato de Israel en su completa y desenfrenada carrera de depravación. Aquí hay un espejo para Judá, que pregunta con palabras fuertes: ¿Es este tu rostro? ¿Es este tu corazón?
Ella, que descendía más castamente de Abraham, cuya simiente eran los herederos del mundo, tenía en una visión moral al amorreo por padre y al hitita por madre, cuyas mujeres eran conocidas por su impureza. Rebeca estaba cansada de su vida a causa de las hijas de Het. Génesis 27:46 . Jerusalén había absorbido ahora la moral y las máximas de las siete naciones malditas, tanto como si hubieran sido adoptadas y educadas por esas naciones. Que los cristianos también tengan miedo de las máximas y el espíritu de un mundo profano.
Al altivo Judá, que despreció a los profetas, se le recuerda la mezquindad de su nacimiento. Abraham era una especie de asirio exiliado, desprovisto de un amigo; y en Egipto los hebreos fueron esclavizados, y muchos niños, además de Moisés, fueron expuestos a perecer. Por tanto, el Señor adoptó a los israelitas de entre las naciones; los lavó en el mar y en el Sinaí, de las contaminaciones de las naciones; los vistió con toda la gloria de la excelencia nacional y los honró con una corona de soberanía sobre las naciones con las victorias de David.
Sí, todas las naciones los reverenciaron a causa del Señor y de la gloria de su nombre. Debemos toda nuestra existencia y privilegios a la gracia divina. Fue Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en delitos y pecados, quien nos levantó juntamente con Cristo, y nos hizo sentar juntos en los lugares celestiales. Israel, un tipo de la iglesia cristiana, y casado con el Señor por pacto, tanto como una princesa está casada con un rey, se prostituyó al abandonar su templo para adorar a los ídolos.
También había contratado amantes con el dinero del Señor y los había alimentado con su carne. La reincidencia, la declinación y la apostasía en la religión son pasos terribles y altamente insultantes para el honor y la majestad de Dios.
El castigo final de Judá, aunque a menudo amenazado y demorado durante mucho tiempo, se correspondía de manera muy llamativa con la naturaleza de su pecado. Ella había abandonado al Señor en la prosperidad; y todos sus amantes, las naciones vecinas, la abandonaron en la adversidad. Había contratado amantes; y sus enemigos contrataban o contrataban a cambio de aliados a esos mismos amantes para luchar contra ella. Se había despojado de la verdad por los ídolos: y ahora la despojaron literalmente de la ropa y de todo adorno.
Había derramado abundancia de sangre, tanto de infantes en la adoración como de hombres por la opresión; y ahora debe derramar su propia sangre para limpiar las manchas. La justicia retributiva se reviste de personajes santificadores.
El lenguaje en el que se habla esta altiva ciudad es justo y mortificante en extremo. La referencia a Sodoma era espantosa para su orgullo; y el contraste con su hermana mayor Samaria, siendo Rubén y Simeón mayores que Judá, la estaba juzgando por su propia sentencia; porque ella había aplaudido la justicia de Dios en la caída de las diez tribus. Entonces, ¿cuál es el lenguaje que los orgullosos y endurecidos deben esperar escuchar del tribunal del cielo?
Seguramente los que rechazan la gloria de Cristo se quedarán mudos cuando él abra la boca. Si el orgullo, la ociosidad y la plenitud del pan fueron la ruina de Sodoma, ¿en qué se diferencian de los antiguos pecadores los círculos que abarrotan los teatros, los salones de actos y leen novelas?
El desprecio y la burla de las naciones era otro castigo que debía seguir. Como los profetas hebreos habían compuesto algunas de sus mejores sátiras sobre la caída de Babilonia, Egipto, Moab y Asiria; así debería publicarse a los gentiles la vergüenza de Judá en los cánticos de sus poetas. ¿Quién, pues, descarriado, contará toda tu vergüenza, ya que has abandonado a tu Dios y te has asociado con sus enemigos?
Esta hermosa alegoría, después de todos sus matices oscuros y lúgubres, cierra con un rayo de esperanza alegre para el remanente que sobrevivirá, a quien el Señor confirmaría el pacto hecho en los días de su juventud con Abraham y su simiente. Aquí hay una transición deliciosa al Mesías y su reino, porque él es la única fuente de consuelo para un pueblo afligido.