Levítico 8:1-36
1 El SEÑOR habló a Moisés diciendo:
2 “Toma a Aarón y con él a sus hijos, y las vestiduras, el aceite de la unción, el novillo para el sacrificio por el pecado, los dos carneros y la cesta de los panes sin levadura.
3 Reúne luego a toda la congregación a la entrada del tabernáculo de reunión”.
4 Moisés hizo como el SEÑOR le mandó, y la congregación se reunió a la entrada del tabernáculo de reunión.
5 Entonces Moisés dijo a la congregación: “Esto es lo que el SEÑOR ha mandado hacer”.
6 Luego Moisés hizo que se acercaran Aarón y sus hijos, y los lavó con agua.
7 Puso sobre Aarón el vestido y lo ciñó con el cinturón. Después lo vistió con la túnica, puso sobre ella el efod, lo ciñó con el ceñidor del efod y lo sujetó con él.
8 Después le puso encima el pectoral, y sobre el pectoral puso el Urim y el Tumim.
9 Puso el turbante sobre su cabeza; y sobre aquel, en la parte delantera, puso la lámina de oro en forma de flor, la diadema sagrada, como el SEÑOR había mandado a Moisés.
10 Después Moisés tomó el aceite de la unción, ungió el tabernáculo y todas las cosas que estaban en él; y las santificó.
11 Roció con él el altar siete veces; ungió el altar y todos sus utensilios, y la fuente con su base, para santificarlos.
12 Luego derramó parte del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y lo ungió para consagrarlo.
13 Después Moisés hizo que se acercaran los hijos de Aarón. Los vistió con las vestiduras, los ciñó con los cinturones y les puso los turbantes, como el SEÑOR había mandado a Moisés.
14 Después hizo que trajeran el novillo del sacrificio por el pecado. Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del novillo del sacrificio por el pecado.
15 Moisés lo degolló, tomó parte de la sangre, la puso con su dedo sobre los cuernos del altar en derredor y purificó el altar. Derramó el resto de la sangre al pie del altar y lo santificó para hacer expiación por él.
16 Entonces tomó todo el sebo que estaba sobre las vísceras, el sebo del hígado y los dos riñones con el sebo que los cubre, y Moisés los hizo arder sobre el altar.
17 Pero el resto del novillo — su piel, su carne y su estiércol — lo quemó en el fuego fuera del campamento, como el SEÑOR había mandado a Moisés.
18 Después hizo que trajeran el carnero del holocausto, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero.
19 Moisés lo degolló y roció la sangre por encima y alrededor del altar.
20 Después cortó el carnero en pedazos e hizo arder la cabeza, los pedazos y el sebo.
21 Lavó luego con agua las vísceras y las piernas, e hizo arder todo el carnero sobre el altar. Es holocausto de grato olor, ofrenda quemada al SEÑOR, como el SEÑOR había mandado a Moisés.
22 Después hizo que acercaran el otro carnero, el carnero de la investidura. Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero,
23 y Moisés lo degolló. Luego tomó parte de su sangre y la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el dedo pulgar de su mano derecha y sobre el dedo pulgar de su pie derecho.
24 Hizo que se acercaran los hijos de Aarón y puso parte de la sangre sobre el lóbulo de su oreja derecha, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho. Luego derramó el resto de la sangre por encima y alrededor del altar.
25 Después tomó el sebo, la rabadilla, el sebo que cubre las vísceras, el sebo del hígado, los dos riñones con el sebo que los cubre y el muslo derecho.
26 De la cesta de los panes sin levadura que estaba delante del SEÑOR, tomó un pan sin levadura, una torta de pan con aceite y una galleta, y los puso sobre el sebo y sobre el muslo derecho.
27 Puso todo esto en las manos de Aarón y en las manos de sus hijos, y lo hizo mecer como ofrenda mecida delante del SEÑOR.
28 Después las tomó Moisés de sus manos y las hizo arder en el altar sobre el holocausto. Estos son los sacrificios de la investidura, para grato olor. Es una ofrenda quemada al SEÑOR.
29 Después Moisés tomó el pecho y lo meció como ofrenda mecida delante del SEÑOR. Esta parte del carnero de la investidura correspondía a Moisés, como el SEÑOR había mandado a Moisés.
30 Luego Moisés tomó parte del aceite de la unción y de la sangre que estaba sobre el altar, y roció a Aarón y sus vestiduras, y con él a sus hijos y sus vestiduras. Así consagró a Aarón y sus vestiduras, y con él a sus hijos y sus vestiduras.
31 Entonces Moisés dijo a Aarón y a sus hijos: “Cuezan la carne a la entrada del tabernáculo de reunión. Cómanla allí con el pan que está en la cesta de la investidura, como lo mandé diciendo: ‘Aarón y sus hijos la comerán’.
32 Lo que sobre de la carne y del pan lo quemarán en el fuego.
33 No saldrán de la entrada del tabernáculo de reunión durante siete días, hasta que se cumpla el plazo de su investidura, porque durante siete días se los investirá.
34 Lo que se ha hecho hoy es lo que el SEÑOR ha mandado que se haga para hacer expiación por ustedes.
35 A la entrada del tabernáculo de reunión estarán día y noche durante siete días, y cumplirán la ordenanza del SEÑOR, para que no mueran; porque así me ha sido mandado”.
36 Aarón y sus hijos hicieron todas las cosas que el SEÑOR había mandado por medio de Moisés.
Levítico 8:2 . Las prendas. Ver Éxodo 28 . donde estos se describen. En tiempos posteriores, las diez tribus sustituyeron el efod por un terafín.
Levítico 8:6 . Moisés los lavó con agua. Moisés actúa en este caso en la doble capacidad de sacerdote y rey. Consagra a Aarón y a sus cuatro hijos al Señor mediante una purificación continua durante siete días. Primero los lava con agua, luego los rocía con la sangre de la ofrenda por el pecado y luego los unge con el aceite santo. Esta acción se celebra en Salmo 99:6 , donde se dice que Moisés y Aarón se encuentran entre los sacerdotes del Señor.
Levítico 8:31 . Hierva la carne a la puerta del tabernáculo. La Septuaginta dice: Hierva la carne en el patio del tabernáculo. Esta parece ser la lectura verdadera, ya que Aarón y sus hijos no pudieron salir del patio durante siete días. El caldero probablemente estaba cerca de la puerta.
REFLEXIONES.
Habiendo el Señor provisto una gradación de holocaustos por el pecado y ofrendas de paz en abundancia, luego santificó a los hombres que había escogido para el servicio del santuario; y en este sacerdocio vemos la gloria mediadora del Hijo de Dios. Su humanidad no tenía mancha ni tacha; lava su iglesia y su gente, y los hace más blancos que la nieve; y siendo llamado a la cena de las bodas del Cordero, los desposa en justicia.
Véalo coronado de gloria y honor. Mira su efod, o cinto de fuerza y hermosura. Míralo vestido de lino fino, limpio y blanco. Vean su coraza, con el Urim y Tumim del juicio, unidos al brillo de su rostro, llenando todo el cielo de inefable gloria y transportando a sus benditos habitantes con inefable deleite. Que caiga, con todos mis pecados e indignidad, a los pies de este Sumo Sacerdote misericordioso y fiel.
Los ministros cristianos especialmente pueden aprender instrucción del sacerdocio de Aarón. Deben ser divinamente llamados por Dios a su obra, y deben ser limpiados de toda mancha de pecado. La cabeza, la mano y el pie deben ser tocados con la sangre expiatoria, que quita nuestros pecados. El oído para escuchar la ley; su diestra para sostenerla; su pie derecho, para que anden conforme a él. Si están mutilados en conducta y carácter, toda la gente mirará sus defectos, en lugar de admirar la belleza del Señor.
Deben estar vestidos de lino fino, deben blanquear sus vestidos en la sangre del Cordero. La coraza de la justicia, el Urim de la sabiduría debe caracterizar sus funciones. También deben ser ungidos con aceite, así como lavados en la regeneración y rociados con sangre. Esta unción no es otra que el Espíritu Santo que ilumina sus mentes, santifica sus afectos y corona sus estudios privados y labores públicas con la unción y el olor de Dios.
Ningún hombre puede actuar por Dios sin esta unción. Cuando se disfruta de esto, la palabra llega al corazón de sus oyentes; la unción desciende hasta los faldones de sus vestiduras, hasta que toda la asamblea está perfumada con casia y mirra. Pero el evangelio se congela en los labios de un hombre no regenerado.
La consagración debía ser en presencia de toda la congregación; los ancianos, jefes de casa y otros. Los sacerdotes serían sus ministros; y el consentimiento y las oraciones del pueblo fueron una gran adición de gloria a la obra. La ordenación de hombres en secreto, sin la aprobación y los buenos deseos de la gente, nunca ha sido un camino seguro para la iglesia.
Su consagración estuvo precedida por siete días de retiro y recogimiento. Y realmente se requiere algo de tiempo para que un joven reflexione, si cree sinceramente en Dios y en el mundo venidero, como lo prometió Cristo, puede dedicar toda su vida a la gloria y al servicio del santuario.
Todos estos pormenores debían observar los sacerdotes, para que no fueran heridos de muerte; como sucedía actualmente con Nadab y Abiú. Cristo murió por los pecadores; y todo pecado produce muerte; por consiguiente, ningún hombre corre más peligro de perder su alma que los que hacen la obra del Señor con engaño. Y todos los creyentes siendo llamados de alguna manera a ser una nación de reyes y sacerdotes para Dios, ¡qué clase de personas deben ser en toda santa conducta y piedad!