Salmo 145:1-21
1 Salmo de alabanza. De David.Te exaltaré, mi Dios, el Rey,
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Este es el último de los salmos acrósticos o alfabéticos y, por lo tanto, debe contener veintidós versos, correspondientes al número de letras del alfabeto hebreo. Pero el versículo que comienza con la letra נ nun se ha perdido del texto hebreo y no se encuentra en ninguna copia impresa de la Biblia hebrea. Sin embargo, se conserva en la LXX, la Vulgata y otras versiones, y es como sigue: "El Señor es fiel en todas sus palabras y misericordioso en todas sus obras". Esto debería formar Salmo 145:14 del salmo, y así completaría el número de veintidós versos.
REFLEXIONES.
El carácter de este salmo como pieza devocional se destaca. Nadie que esté debidamente familiarizado con la historia de David, y con su propio corazón, posiblemente pueda leerla sin estar encendido con devoción. Una revisión de las perfecciones de Dios, de sus obras y de la providencia señalada, debe afectar e interesar en todo momento al corazón. Tenía el derecho divino de decir que el Señor era bueno con todos, tanto temporal como espiritualmente. Vea cómo se preocupa por los insectos tiernos, y les da comida en verano y refugio en invierno. Mucho más entonces son sus misericordias sobre el hombre.
Este salmo se cierra con inferencias muy cómodas. Cercano está Jehová a todos los que le invocan. Él cumplirá su deseo: en mil lugares lo ha prometido, y sus atributos lo inclinan a ello. Ya ha dado a su Hijo unigénito, el mayor de todos los dones, y no retendrá el menor; pero perdonará y purificará. Todos sus santos, por más probados y perseguidos que sean, dan testimonio de que el Señor escucha la oración.
Sí, preserva a todos los que le aman, como preservó maravillosamente a David; y nunca deja morir a un santo, sino cuando su muerte es mejor que la vida. Entonces la mano, o la circunstancia, que da el golpe, es de poca importancia.
Al contrario, el Señor destruirá a todos los impíos. Mira a los enemigos de David: míralos caer sobre Gilboa; Míralos volar con Absalón y perecer en el bosque de Efraín. Así, alma mía, caerán ante ti todos tus enemigos espirituales; y así todos los enemigos del Señor y de su Cristo perecerán a su manera.