Les abre el oído a la disciplina.

Disciplina

1. Note la disciplina que Dios usa en su familia. Muchos de nosotros somos niños perversos y necesitamos disciplina. Job lo necesitaba y lo tenía; no se nos dice por qué, excepto que Dios tenía la intención de probar sus gracias y ponerlas en práctica. Pablo fue disciplinado, y si no hubiera sido bien disciplinado, nunca habría sido un erudito. La primera característica de la disciplina de Dios para su familia es lo que Pablo llama, “aprehenderlos.

”Un asimiento firme de la conciencia. ¿Te ha detenido Jesús? Esta aprehensión es a veces una disciplina muy severa. La siguiente característica de la disciplina es la traducción. Él traslada al pobre pecador de las tinieblas al reino de Su amado Hijo. Habrá tanto transformación como traducción. La disciplina que nuestro Dios ejerce en Su Iglesia tiene el propósito expreso de ejercer todas las gracias que Él imparte al alma. Mediante la disciplina, Jehová alimenta Su propia vida en las almas de Sus hijos. Mediante esta disciplina, se efectúa la decisión del carácter.

2. La obediencia a realizar. "Él les abre los oídos a la disciplina". Jehová abre los oídos de su pueblo a la disciplina de tal manera que espere y escuche más disciplina, más del ejercicio de la sabiduría y el poder divinos, para llevar a cabo sus sabios propósitos y designios. La enseñanza de Jehová continúa así benditamente en la experiencia de Su pueblo: porque está escrito: “Todos tus hijos serán enseñados por Jehová, y grande será su paz”. ( Joseph Irons. )

Las ventajas de la aflicción

Se asume en el texto que los justos pueden experimentar cambios dolorosos, aflicciones severas; grandes calamidades pueden sobrevenirlos. Consideramos algunas de las ventajas de estas aflicciones.

1. Las aflicciones tienden a promover el autoconocimiento al llevar a un autoexamen serio y fiel.

2. Las aflicciones tienden a ablandar y humillar la mente, y nos predisponen a confesar, a lamentarnos y a abandonar nuestras transgresiones.

3. Las aflicciones tienden a promover nuestra instrucción en justicia.

4. Las aflicciones tienden a promover nuestra entera santificación y, si se soportan con paciencia, resultarán en gloria eterna. Pero las aflicciones no son necesariamente saludables. A veces no se mejoran; y cuando no mejoran, en lugar de ser una bendición, son una maldición. ( Robert Alder. )

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