Si me honro a mí mismo, mi honor no es nada

El Padre honrando al Hijo

Honrar es hacer o hablar de una persona para no solo mostrar nuestra estima, sino hacer que los demás estimen.

Así, Dios honró a Abel, Enoc, Abraham, Moisés, David, etc. Esto se ve especialmente en Su trato con Su Hijo: el propósito de Su deleite en Él es asegurarle el deleite de todos en la tierra y el cielo.

I. EL MEJOR DEL HONOR. El valor del honor depende de quien lo otorga. El honor otorgado por precio, o por uno mismo, manos indignas o incapaces de juzgar, no tiene valor. No era un honor para Félix sentirse halagado por Tértulo. El Padre, sin embargo, sabe lo que está otorgando y a Aquel a quien se lo está otorgando. Es un juez apto tanto de la Persona como del honor. Por lo tanto, podemos estar bien seguros de que el honor recibido por Cristo está bien otorgado.

II. EL RECEPTOR DEL HONOR. El Hijo, verdadero Dios y verdadero Hombre. El Dios-Hombre en el que se encuentran las dos naturalezas. Algo nuevo en la tierra y en el cielo. Uno en quien se encuentran todas las perfecciones creadas y no creadas. El único sin defecto.

III. LA NATURALEZA DEL HONOR.

1. Es el honor divino; pero es mas. No es sólo todo el honor que reciben el Padre y el Espíritu, es algo que surge de la humanidad superada, y que ni el Padre ni el Espíritu pueden recibir.

2. Es el honor humano - honor en conexión con Su perfecta hombría, de la cual Él es el único ejemplo, y como tal tiene derecho a todo el honor que Dios quiso para la raza. No, más; honor como el que Adán no pudo recibir, porque surgió de la conexión de Su humanidad con la Deidad. Así, la Deidad obtiene un honor tal que no podría haber obtenido salvo en virtud de su conexión con la condición de criatura, y viceversa. De esta manera se crea un honor peculiar y un recipiente peculiar para recibirlo. De esto también brota un honor peculiar para el Padre que nadie más puede dar.

IV. LOS TIEMPOS Y FORMAS EN QUE SE OTORGA ESTE HONOR. En su nacimiento, bautismo, transfiguración, resurrección, ascensión, segunda venida. Todos los días, deshonrado por el hombre, el Padre lo honró cuando estuvo aquí. Actualmente, en el cielo, recibe gloria y honor. De ahora en adelante, enfermo de Su reino, el honor será conferido por completo.

V. LOS RESULTADOS DE TODO ESTO. La influencia de este honor en el universo es inconcebible. Es la prenda y la medida de todas las bendiciones que el universo recibirá para siempre. Los resultados son:

1. Al Padre. A través de este honor, el Padre se manifiesta y glorifica más plenamente; porque todo lo que el Hijo recibe y hace es para gloria de Dios Padre.

2. Al Espíritu Santo. Es el oficio del Espíritu glorificar al Hijo, y por medio de esto se declara e ilustra Su Deidad, y se manifiesta Su sabiduría y poder.

3. Para toda la Deidad.

4. A la Iglesia. El honor de Cristo es suyo; porque todo lo que Él tiene es de ella. La gloria del Novio no es solo para Él. Ella comparte Sus riquezas, Su herencia, Su reino, por fe ahora, en realidad poco a poco.

5. Al cielo. La grandeza del honor del Rey se suma a la gloria de Su palacio y metrópoli.

6. A los ángeles. Él es su cabeza tanto como la nuestra, aunque no tan unida a ellos como a nosotros. Son Sus huestes, Sus siervos, Su séquito real, y cada uno brilla más intensamente por la gloria que se le ha infundido.

7. A la tierra. En la actualidad no vemos ningún cambio, pero la maldición pasará y la tierra será más bella que el Paraíso. Porque ¿no fue su lugar de nacimiento y su cuerpo de su polvo?

8. Al universo. Cada planeta y fragmento de la creación recibirá un brillo fresco de este sol recién iluminado. Conclusión: Honremos a Cristo ahora. Será honrado en el más allá, pero ahora que recibe tanta deshonra, honrámoslo. Pecador, hónralo viniendo a Él para salvación. El honor que el Padre le otorga es la seguridad de un perdón presente, y Dios lo honra al bendecirlo a usted. ( H. Bonar, DD )

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