No le habéis conocido; pero yo lo conozco

I.

LAS IGNORANCIAS DE LOS JUDIOS.

1. No lo conocieron en su majestad, su infinitud, su misericordia, ya que lo concibieron sólo después de una idea baja y material.

2. Lo conocieron como el Creador del mundo, pero no como el Padre Todopoderoso de la humanidad; vieron en él sólo a su propio Dios, y se negaron a pensar en él como el Dios de toda la raza humana.

3. No lo conocían como Él es, uno en esencia aunque tres en persona; como el Padre Eterno, por quien el Hijo Eterno fue engendrado, y de ambos procede el único Espíritu Santificador y Eterno. De ahí su ceguera al significado de las palabras de Cristo y su rechazo de Él como Mesías.

4. No lo conocieron por el camino de la obediencia a sus leyes, sin las cuales no puede haber conocimiento real del Padre. Por lo tanto, aunque su fe provenía de Dios y se basaba en la revelación de Él mismo, sus obras eran de Satanás, y de esta manera demostraron que no conocían a Dios, que es Uno en Su fe y en Sus obras. Así eran mentirosos, no porque dijeran que tenía un diablo, que no es el significado aquí, sino porque declararon que conocían a Dios mientras que cada una de sus acciones declaraba que no tenían un verdadero conocimiento real de Él.

II. EL CONOCIMIENTO DE CRISTO.

1. Como siendo Él mismo Dios, de la misma sustancia y naturaleza que el Padre, morando desde toda la eternidad en el seno del Padre, y así siempre contemplándolo como Él es en Su Deidad esencial.

2. Como Jesucristo hombre, lo conocía, ya que tenía el conocimiento de las cosas divinas por impartición del Padre.

3. Como hombre, nuevamente, lo conoció a través de su perfecta obediencia a toda la voluntad del Padre, y al hacer todas las cosas que agradaban al Padre Eterno. Nosotros también, si quisiéramos recibir y retener

Dios en nuestros pensamientos, y llegar al conocimiento de Él, debe recibir y guardar Su palabra. ( W. Denton, MA )

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