El ilustrador bíblico
Jueces 1:27-28
Tampoco Manasés expulsó.
Abandonando la obra del Señor
Manasés y Efraín, y el resto de estas tribus, no fallaron en completar su guerra porque habían comenzado imprudentemente, sino porque no continuaron creyendo. La torre de la conquista quedó inconclusa, no porque no hubieran contado el costo al principio, sino porque olvidaron sus infinitos recursos en la ayuda de Jehová.
I. Hombres que abandonan una obra que se había iniciado después de una larga preparación. Las plagas de Egipto, los milagros del desierto, los regalos del maná y otros suministros, y el largo período de disciplina en el desierto, fueron todos diseñados para llevar a la herencia completa de la tierra.
II. Hombres que abandonan una obra que ya se había visto perseguida con gran energía y con un gran coste. La Iglesia ha desperdiciado no poca energía por falta un poco más.
III. Hombres que abandonan una obra sobre la que abrigaban ardientes esperanzas. Todo el camino desde Egipto había sido un largo camino de expectativas. Vemos aquí brillantes esperanzas destruidas para siempre por falta de un poco más de fe y un poco más de servicio. ¡Cuántas de nuestras queridas visiones han huido por la misma razón!
IV. Hombres que abandonan una obra en la que ya habían obtenido espléndidos triunfos. El camino de su destreza pasada fue casi vocal en contra de esta inacción e incredulidad pecaminosas.
V. hombres que abandonan una obra que Dios les había encomendado, en la que Dios los había ayudado maravillosamente, y en la que no menos esperaba para ayudarlos todavía. No "recordaron los años de la diestra del Altísimo". “Se olvidaron de sus obras”. No menos olvidaron sus mandatos absolutos y sus promesas inquebrantables. ( FG Marchant. )
Un buen trabajo abandonado
Aquí aprendemos cuán dispuestos están los hombres a dejar y abandonar un buen camino, aunque apenas y con mucho ruido se les ha llevado a abrazarlo y aferrarse a él; que mucho nos interesa marcar. Porque nos engañamos fácilmente acerca de esto, y pensamos tanto en nosotros mismos como en los demás, que si comenzamos a sentirnos disgustados y nos alejamos de algunas faltas comunes y groseras que estábamos acostumbrados a cometer, entonces lo peor ha pasado con nosotros, y que deberíamos justamente para ser contado entre los piadosos; mientras que no es nada así, pero aún estamos, a pesar de todo, muy lejos.
Porque se requiere un asunto mucho mayor para el esfuerzo, el llamado eficaz al arrepentimiento puede ser aprobado por Dios, y ser verdaderamente sólido, cómo deberíamos intentar y escudriñar en nosotros mismos, y ahora no podemos resistirlo. Pero aunque nos hemos vuelto verdaderamente a Dios y, como éstos, hemos obedecido a Dios durante un tiempo con buen corazón, debemos temer el peligro, con respecto a nuestra propia fragilidad, y de acuerdo con la presente ocasión, cuando nos ocupamos de a qué punto llegaron estas tribus, a pesar de todo lo que habían seguido de manera encomiable al Señor durante un tiempo, al comenzar a expulsar a las naciones como se les ordenó.
Y la razón de esto, a saber, que deberíamos mirarnos así con cuidado, es esta, que estamos reformados pero en parte, y eso en pequeña parte; en lo que todavía, porque hemos recibido alguna gracia, podemos desear y hacer algún servicio a Dios, y especialmente en algún momento, es decir, mientras estemos atentos para contener nuestras pasiones rebeldes, asistidos por la gracia; pero que luego? Porque tenemos un mar de corrupción que siempre fluye en nosotros, y nuestra propia concupiscencia junto a los objetos externos que nos atraen de una manera contraria; hay que drenarlo y purgarlo cada día, poco a poco, y no dejarlo solo en nosotros, no sea que ahogue y ahogue la gracia que hemos recibido; que si es así, poco a poco nos volvemos impotentes, de modo que no sólo dejamos de obedecer, sino que somos llevados más bien como por una corriente a cualquier mal que seamos tentados; y es decir, a este aquí mencionado que se apoderó de estas tribus; es decir, cansarse de hacer el bien; y tanto más, viendo que hay tantos atractivos y ocasiones en cada lugar para provocarnos y hacernos avanzar.
Y aunque no estemos sin esperanza, ni desnudos en medio de todas estas tormentas, sin embargo, si no sabemos estas cosas, sí, y si también no resistimos con cuidado el mal que he mencionado, ni nos esforzamos por alimentar tales destellos de la gracia que se enciende en nosotros, nuestros corazones están completamente puestos en esto, como la cosa más importante en la que tenemos que lidiar; ¿Qué maravilla es que caigamos de la bondad que se forjó y comenzó en nosotros, y así nos convertimos en otros de lo que éramos antes? ( R. Rogers. )
Actitud del mundo hacia la Iglesia
“Los cananeos habitarían en esa tierra”, dice el historiador, repitiendo las palabras usadas en referencia a la misma tribu y los mismos lugares en otros lugares ( Josué 17:12 ). La palabra hebrea traducida "moraría", da a entender que los cananeos deseaban arreglar el asunto de manera agradable; que hicieron propuestas amistosas a los hombres de Manasés para que se les permitiera quedarse, un permiso que les fue concedido a condición de que pagaran tributo.
Tal es la actitud que, en estos últimos días, el mundo asume con frecuencia hacia la Iglesia de Cristo en los países cristianos. Está bastante dispuesta a pagar tributo, tanto en oro como en formas externas de deferencia, si tan sólo la Iglesia le permite un alojamiento pacífico y se abstiene de usar contra ella la espada del Espíritu. Con demasiada frecuencia, la Iglesia, como los hombres de Manasés, ha consentido en aceptar tributos, ya sean del Estado o de particulares, como precio para permitir que el mundo permanezca sin ser molestado dentro de sus fronteras; y cuántas veces ha encontrado, en su amarga experiencia, el efecto degradante y esclavizante de tales compromisos, verificando al pie de la letra la predicción de Josué con respecto a esas conexiones impías ( Josué 23:13 ). ( LH Wiseman, MA )