El ilustrador bíblico
Nahúm 1:6
¿Quién podrá enfrentarse a su indignación?
Arrepentimiento por miedo
Este y otros pasajes similares se refieren directamente a nuestros miedos. El término "temor de Dios" en las Escrituras no siempre tiene el mismo significado. Ellos es un miedo filial y ellos es un miedo servil. El miedo servil da lugar al filial cuando Dios se nos hace conocido como nuestro Padre reconciliado en Cristo. Comenzamos con el temor de Dios. El pavor nos lleva a la Cruz. A menudo se cometen errores en cuanto a ese temor de Dios que denominamos servil.
Los cristianos tienen miedo al miedo, miran con sospecha cualquier papel que el miedo pueda haber tenido en moverlos a abandonar los malos caminos, como si se tratara de un agente vil y poco generoso, que no debió haber participado en la gran obra de la conversión. Si bien gran parte de la Biblia habla del miedo, el miedo no puede existir sin su uso en la religión.
I. ¿Qué malentendido puede haber en referencia al uso del miedo? Se dice que Noé, al preparar el arca, se sintió "conmovido por el miedo". Era miedo a la ira inminente. Es posible que los temores nos impulsen a un arrepentimiento genuino y aceptable. Estamos constituidos de tal manera que somos tan accesibles a través del miedo como a través de la esperanza. Sentimos que con la gran masa de hombres no podemos hacer ningún camino sin apelar a sus miedos.
Por lo general, los hombres deben ser abrumados por el miedo a través de lo que están incurriendo más que a través de lo que están perdiendo. Debemos caer sobre ellos con noticias de desastre. Dejemos que un hombre continúe sus luchas y sus esfuerzos aunque se sienta impulsado sólo por el miedo, y a su debido tiempo otros motivos dominarán su pecho.
II. El uso legítimo de denuncias tan espantosas como estas en el texto. O la forma en que el predicador debe emplear las amenazas. San Pablo dice: "Conociendo los terrores del Señor, persuadimos a los hombres". Los actuales ministros de Cristo tampoco deben utilizar el motor del terror. Las amenazas deben emplearse como incentivos para aferrarse al socorro provisto por Cristo, ( H. Melvill, BD )