El ilustrador bíblico
Salmo 119:106
He jurado, y lo cumpliré, que guardaré tus justos juicios.
La solemne resolución del salmista
I. El objeto del propósito del salmista era guardar los justos juicios de Dios. Esto implica--
1. Trabajar para obtener un verdadero conocimiento de los mismos; para comprender correctamente lo que Dios se ha complacido en revelarnos en Su sabiduría y bondad.
2. Recibir sus verdades en el amor de ellos y someterse a todo lo que Dios ha declarado, como digno de ser recibido por nosotros.
3. Atesorarlos en nuestra mente, y trabajar allí para preservarlos, como lo haríamos con algo valioso que temíamos perder.
4. Vivir bajo la influencia de ellos; no ser arrastrado por el torrente de los tiempos; no hacer de la costumbre la regla y el modelo de nuestra conducta.
II. La naturaleza del propósito del salmista: es decir, en qué espíritu o temperamento se puede suponer que se formó tal propósito.
1. El salmista quiso expresar su serio propósito.
2. No fue un propósito apresurado sino deliberado.
3. La determinación que tenemos ante nosotros no es el lenguaje de la confianza en nosotros mismos, sino un propósito humilde y una resolución adecuada.
4. Esta resolución no tiene nada de espíritu de procrastinación y postergación: no se menciona ningún futuro, tiempo en el que se dedicaría a este trabajo. ( S. Knight, MA )
El poder de las resoluciones virtuosas
Las resoluciones y votos solemnes siempre se han considerado como medios poderosos para permitir a los hombres abstenerse del vicio y practicar la virtud. Tanto los filósofos como los teólogos han reconocido su influencia y la han recomendado a sus discípulos para que los formen con esmero. Las religiones falsas, así como la religión verdadera, las prescriben para que sus devotos se mantengan firmes en las prácticas que les inculcan. ¿Cuál es entonces la naturaleza de esa influencia y poder que justamente puede atribuirse a resoluciones virtuosas?
I. Una resolución de virtud nos obliga a ser virtuosos. Ata el alma con un vínculo ( Números 30:2 ). Apartarse del mal y hacer el bien es asunto propio del hombre. Resolverlo es nuestra más alta sabiduría; es necesario para nuestra paz presente y para nuestra felicidad futura. En proporción a su importancia está la bajeza y la ignominia de la inconstancia al seguir este camino después de haberlo resuelto.
II. Una resolución virtuosa nos impulsa a la virtud convirtiéndola en un objeto y una meta para nosotros. Esto lo pone en nuestro ojo como lo que debe ser practicado, como lo que no debe ser descuidado por ningún motivo, como el centro en el que todos nuestros pensamientos, puntos de vista y esfuerzos deben terminar en última instancia: esto le da a toda el alma un prejuicio predominante y habitual. a él, y nos predispone a resistir toda tentación al vicio y a aprovechar toda oportunidad de virtud.
III. Una resolución virtuosa contribuye a que practiquemos la virtud al hacer que su práctica sea agradable para nosotros. Ésta es la consecuencia natural de ese sesgo habitual cuya resolución imprime en el alma. Cuando ocurre una tentación, excita la pasión viciosa a la que se dirige; esta pasión produce una aversión a la virtud que se le opone; pero la determinación general a toda virtud, que ha impresionado la resolución, combate esta aversión, nos reconcilia con el freno de la inclinación, la convierte en un yugo fácil, al que nos sometemos con alegría, y que perseveramos en soportar con presteza y alegría.
IV. Una resolución virtuosa tiene una gran influencia en nuestra mejora al ponernos en el uso diligente de todos los medios necesarios para cumplir la resolución. Los medios de la santidad se revelan claramente: estudio cuidadoso de la ley divina, oración ferviente por la asistencia divina, vigilancia circunspecta contra el mal, diligencia incansable en toda buena acción que la oportunidad lo permita; estos son los instrumentos directos e inmediatos de la mejora virtuosa.
V. La resolución virtuosa nos incita a la virtud sugiriéndole los motivos, manteniéndolos a nuestra vista y fijando nuestra atención en ellos. Deber, honor, utilidad; gozo en la vida y consuelo en la hora de la muerte; presente la paz y la felicidad eterna; conciencia, gratitud, esperanza y miedo; todos conspiran para instarnos a la santidad. Ante su fuerza combinada deben desvanecerse todas las más engañosas alegaciones de vicio. Lecciones:
1. Dado que las resoluciones virtuosas son instrumentos tan poderosos de práctica y superación virtuosas, debemos formularlas con la mayor sinceridad, firmeza y cuidado.
2. Habiendo decidido sinceramente practicar la santidad universal, cumplamos diligente y fielmente la resolución.
3. Podemos aprender a juzgar si nuestras resoluciones virtuosas se han formado y mantenido correctamente o no. Si fortalecen su sentido de obligación; si te mantienen apegado habitualmente a la santidad como la única cosa necesaria; si resisten enérgicamente las propensiones corruptas del alma; si le instan a utilizar los medios de mejora con una diligencia uniforme; si te hacen recordar y pensar en los motivos de la virtud; no se han formado en vano. ( A. Gerard, DD )