Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están siempre delante de ti, y oyen tu sabiduría.

Ver. 8. Bienaventurados tus hombres. ] Cuán felices son, entonces, esos cortesanos celestiales que continuamente ven el rostro de Cristo, escuchan su voz, etc. Sulla se llamó a sí mismo feliz, porque había salido victorioso. Enrique I de Francia tomó para sí el título de Tresheureuse Roy, el tres veces feliz rey; pero fue refutado poco después, como llegando a un final prematuro. La felicidad de los que están en el cielo, como es indecible, es inalterable.

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