Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho, y cae sobre él y sepultáralo; para que quites la sangre inocente que Joab derramó de mí y de la casa de mi padre.

Ver. 31. Haz lo que él ha dicho. ] Mátalo, aunque sea en el altar. Becket, el traidor, fue servido por algunos que pertenecían a nuestro Enrique II, y pensó en gratificarlo con ello. Y aunque el rey protestaba constantemente, se nec mandasse, nec voluisse, nec suo artificio quaesivisse necem Thomae, que no estaba ni dispuesto ni dispuesto a quitarle la vida de esa manera; sin embargo, como penitencia, por orden del legado del Papa, fue azotado en la [espalda] desnuda con varas, cada uno de los sacerdotes y frailes allí presentes - y no eran pocos - dándole tres o cuatro azotes, hasta que la sangre siguió: además de eso, se vio obligado a caminar tres millas con los pies descalzos, lo que dio muestras sangrientas de su devoción, en el camino al sepulcro de Becket, que fue a visitar.a

un Rev., De Vit. Pontif., 149. Dan., Hist., Fol. 101.

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