Luego contó a los jóvenes de los príncipes de las provincias, que eran doscientos treinta y dos; y después de ellos contó a todo el pueblo, a todos los hijos de Israel, siete mil.

Ver. 15. Y eran doscientos treinta. ] Estos, teniendo como garantía la palabra de Dios, tuvieron más éxito que aquellos trescientos caballeros romanos que salieron —por un nombre— a luchar con algunos enemigos vecinos, perecieron por su propia temeridad. a

una Flor., lib. yo., cap. 12. Veientes.

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