Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, me quedé maravillado con gran admiración.

Ver. 6. Ebrio de sangre, etc. ] El obispo Bonner entregó a Richard Woodman, con cuatro más, exigiéndoles que fueran hombres honestos, miembros de la Iglesia católica y que hablaran bien de él. Y sin duda (dice Woodman) era digno de ser alabado, porque había sido una ayuda tan fiel en el diablo en los negocios de su amo, porque había quemado al buen señor Philpot esa misma mañana. En cuya sangre su corazón estaba tan borracho que supongo que no pudo decir lo que hizo, como nos pareció tanto antes como después.

Porque sólo dos días antes, nos prometió que seríamos condenados el mismo día en que fuimos entregados; sí, y al día siguiente nos buscó de nuevo a algunos de nosotros, sí, y eso seriamente. Se secó después de su gran embriaguez; por tanto, es semejante a tener sangre para beber en el infierno, como es digno, si no se arrepiente, etc. Es sabiduría (dijo una buena mujer desconocida en una carta a Bonner), es sabiduría para mí y para todas las demás ovejas sencillas del Señor, mantenernos fuera de su puesto de carnicería todo el tiempo que podamos; especialmente teniendo en cuenta que ya tienes tal reserva, que no puedes beber toda su sangre, no sea que te rompas la barriga y, por lo tanto, los dejes que se queden quietos y mueran de hambre, etc.

Por lo tanto me quedé con el Bandogs una en el extremo duelas (dicho Shetterden mártir), no como pensamiento para escapar de ellos, pero que me gustaría ver los zorros saltan por encima del suelo de mi sangre, si se puede llegar a él.

Me maravillé con gran admiración ] Todas las cosas son portentosas en el Papa; qué monstruos eran el Papa Juan XII e Hildebrando, como Luitprandus (Lib. 6, de Reb. Gest. in Europ. in Vita Hildeb.) describe uno, y el Cardenal Benno el otro, ambos de su propio bando. Tertia classis continet Papas vel potius πωπους, dice Alstedius. Después del milésimo año de Cristo, no hubo menos piedad que en aquellos que habitaban más cerca de Roma, como observa Maquiavelo.

a Un perro atado o encadenado, ya sea para vigilar una casa, o por su ferocidad; de ahí gen. un mastín, sabueso. ŒD

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