Comentario completo de John Trapp
Eclesiastés 6:7
Todo el trabajo del hombre [es] para su boca, y sin embargo, no se sacia el apetito.
Ver. 7. Todo el trabajo del hombre es para su boca. ] Es decir, para alimento y vestido, como 1 Timoteo 6: 8 un poco de lo cual será la naturaleza de contenido, que por lo tanto nos ha dado un poco la boca y el estómago, una para enseñarnos la moderación, como se observa, así Crisóstomo; para vergüenza de esos dioses del vientre bestial, que se hartan y devoran a las criaturas, como si fueran parientes de ese Papa que se llamaba Os porci, Boca de cerdo, engordándose como jabalíes, hasta pelearse, y habiendo , como habla Elifaz, se desploma en su flanco.
Un hombre pensaría, por su avidez y su gran capacidad para comer, que sus gargantas son remolinos y sus vientres insondables; que eran como langostas, las cuales tienen un solo intestino, los peces culo, que llenó su corazón en su vientre, b o el delfín, que llenó su boca en sus fauces, como dice Solino.
Y, sin embargo, el apetito no está satisfecho. ] Y, sin embargo, los pájaros que vuelan, los peces que nadan, las bestias que corren, están enterrados en nuestros vientres, dice Séneca. c Heliogábalo se sirvió en una cena con siete mil peces y cinco mil aves. También tenía seiscientas rameras siguiéndolo en carros, y sin embargo le dio grandes recompensas que podrían inventar cualquier nuevo placer.
Su sed era insaciable, su apetito como el monte Aetna, siempre en llamas, después de más. Ahora, como "en el agua la cara responde a la cara", Pro 27:19 así es el apetito de un hombre a otro; todos somos tan irregulares, si Dios nos permite que nos alcancemos.
un Dii boni. Quantum hominum unus exercet venter! - Séneca. Deus homini angustum ventrem, etc. - Sergio PP.
b Aristot.
c Quicquid avium volitat, quicquid piscium natat, quicquid ferarum discurrit, nostris sepelitur ventribus