Y Harán murió antes que su padre Taré en la tierra de su nacimiento, en Ur de los caldeos.

Ver. 28. Y Harán murió antes que su padre Taré. ] Los hebreos dicen que murió mártir, siendo quemado con fuego por sus compatriotas los caldeos, porque no quiso adorar el fuego, que ellos habían hecho su dios. El martirio llegó temprano al mundo, como lo conocemos en Abel, quien como fue el primero en morir, murió por la religión. Ahora bien, si esto es cierto en Harán, como lo dirán los médicos judíos; luego tuvo, por lo que sabemos, la virginidad (como lo expresó cierto mártir) de esa clase de martirio.

Se dice que los primeros que fueron quemados por religión, desde la Reforma, fueron Enrique y Juan, dos monjes agustinos en Bruselas, anno 1523, bajo James Hogostratus, el inquisidor dominico. El verdugo, al ser preguntado si se retractaban en las llamas, negó que existiera tal cosa; pero dijo que cuando les prendieron fuego, continuaron cantando el credo y el Te Deum , hasta que la llama les quitó la voz.

Todo esto da testimonio Erasmus, una a pesar de que no era luterana; y luego hace esta nota buena pero cautelosa, Damnari, disacari, suspendi :, exuri, decollari, piis cum impiis sunt communia: damnare, disacare, in crucem agere, exurere, decollare, bonis iudicibus cum piratis ac tyrannis communia sunt. Varia sunt hominum iudicia, ille foelix qui iudice Deo absolvitur . Nuestro protomártir en los días de Queen Mary fue el Reverendo Maestro Rogers; dio la primera aventura sobre el fuego.

Su esposa y sus hijos, once en total, diez capaces de ir y uno chupando su pecho, lo encontraron por el camino mientras se dirigía hacia Smithfield. Esta visión dolorosa de su propia carne y sangre no pudo conmoverlo, sino que constantemente resistió hasta la muerte, y así recibió la corona de la vida. b Tampoco Dios se ha dejado a sí mismo sin testimonio entre los mismísimos paganos. Porque en la ciudad de Lima, en México, no dos meses antes de nuestra llegada allí, dice el capitán Drake, c doce personas fueron condenadas por los españoles por profesión del evangelio; de los cuales, seis fueron atados a una estaca y quemados; el resto permaneció todavía en la cárcel, para beber de la misma copa a los pocos días.

a Erasm., lib. xxiv., epist. 4.

b Act. y Mon., fol. 1356.

c The World Encompassed, de Sir F. Drake pág. 59.

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