Comentario completo de John Trapp
Job 13:7
¿Hablaréis perversamente en nombre de Dios? y hablar engañosamente por él?
Ver. 7. ¿Hablaréis perversamente en nombre de Dios? ] ¿Debéis defender la justicia de Dios acusándome injustamente? ¿O debéis librarlo tanto de la injusticia, que debéis acusarme de hipocresía? Job los había llamado antes médicos sin valor; aquí los compara con abogados sin conciencia, que no les importa lo que alegan, para que puedan llevar la causa de su cliente. Pero el Señor no necesita tales abogados; ama tanto la verdad, que no pedirá prestado patrocinio a su causa de la falsedad; Odia tanto la lisonja (aunque sea de él mismo) que ha amenazado con cortar todos los labios lisonjeros, Salmo 12:3; y un día diría tanto a los amigos de Job, a pesar de su fingido celo por su gloria, como una vez Alejandro el Grande le dijo al historiador Aristóbulo, quien le presentó una pieza halagadora acerca de sus propios actos dignos, que él ensalzó por encima de toda medida; arrojó el libro al río Hydaspes y le dijo al autor que podía encontrar en su corazón que lo echara tras él.
¿Y hablar engañosamente por él? ] Hablar por Dios es nuestro deber; es hacer de nuestra lengua nuestra gloria; pero hablar engañosamente por él, buscar sostener su verdad con nuestra mentira (la Vulgata aquí lo tiene, ¿necesita Dios tu mentira?), eso es completamente ilegal; porque ¿haremos el mal para que de él venga bien? Dios no lo quiera, Romanos 3:8 .
Y, sin embargo, los papistas lo hacen con familiaridad, y creen que allí le hacen un buen servicio a Dios; como cuando niegan su mano providente al ordenar los desórdenes del mundo para su propia gloria, no sea que lo conviertan en autor del pecado; por eso piensan defender su justicia enseñando la predestinación según obras previstas, atribuyendo al hombre libre albedrío, justicia de obras, mérito, etc. Así que su doctrina del equívoco para el alivio de los católicos perseguidos, sus piae fraudes(como ellos los llaman), su santa hipocresía para atraer a los infieles al abrazo de la fe y al amor de la virtud; sus leyendas mentirosas, dicen ellos, con buena intención, para que la gente común sirva con mayor celo a Dios ya sus santos; y sobre todo, llevar a las mujeres al buen orden, siendo por naturaleza fáciles y crédulos, adictos a las novedades y milagros (Spec. Hist. lib. 29).