Entonces respondió Elifaz temanita, y dijo:

Ver. 1. Entonces respondió Elifaz, el temanita, y dijo ] Lapides locutus est. En este segundo encuentro, Elifaz cae sobre Job, no tanto con argumentos más fuertes como con palabras más duras; reprochándole duramente, o más bien reprochándole amargamente, Facundia quadam canina, con más elocuencia que caridad. Tan difícil es, dice Beza, especialmente en la disputa y el razonamiento, evitar el amor propio, como incluso en estos tiempos nos enseña la experiencia cotidiana.

Supongo que insinúa en la conferencia pública entre él y Jacobus Andreas en Mompelgard, en la que la lucha fue más bien agitada que escasa, como se queja Thuanus (Lib. 35, Hist.); o en la disputa de Possiacum, en la que Beza, portavoz del partido protestante (ante la reina madre de Francia, el joven rey Carlos y muchos príncipes de sangre), entrando en el asunto de la Eucaristía, habló con tanto calor ( a menos que el historiador le haga daño), que no dio más que satisfacción a los de su propio bando, por lo que se le ordenó concluir.

Tales reuniones rara vez tienen éxito, dice Lutero, porque los hombres vienen con confianza e ingenio a la victoria en lugar de la verdad. En esta respuesta de Elifaz a Job podemos ver qué maldad es dejarse llevar por los prejuicios y la pertinencia, que hacen que un hombre olvide toda modestia y se enfade con sus mejores amigos. Aquí se dice lo suficiente como para haber llevado a este hombre apesadumbrado a la desesperación total, si Dios no hubiera sostenido su espíritu, mientras se le acusa ferozmente de ser un hombre inicuo y odiado por Dios; ni ninguno de sus amigos le concede de ahora en adelante una exhortación al arrepentimiento, ni una confortable promesa, como bien observa Lavater, Non afecto ullam consolationem, non invitat eum ad poenitentiam; sed potius ad desperationem compellat.

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