Comentario completo de John Trapp
Job 25:3
¿Hay algún número de sus ejércitos? ¿Y sobre quién no se levanta su luz?
Ver. 3. ¿Hay algún número de sus ejércitos? ] Dios es Señor de los ejércitos; y, como bien observan los rabinos, tiene sus fuerzas superiores y sus fuerzas inferiores, como su caballo y su pie, listos para presionar. La parte superior se entiende aquí principalmente, a saber. los ángeles y las estrellas, según aparece en el contexto. ¿An est numerus expeditorum? así Brentius lo traduce; Tremellius, turmariorum, de sus soldados? son innumerables y, sin embargo, no hay diferencias entre ellos; esto es admirable.
El ejército de Nínive estaba tranquilo, sin desfallecer ni quejarse en sus ejércitos, por eso su rey avanzó, pasó, Nahúm 1:12 . La disciplina militar de los turcos en este día está más allá de la de todas las demás naciones del mundo; sí, más allá de la de los antiguos griegos o romanos. No se oye ninguna pelea en ningún momento entre sus muchos soldados, no, ni ninguna palabra en absoluto.
Perpetuum silentium tenent ut muti, dice Cuspinianus. Se guarda un silencio perpetuo y la obediencia más pronta se rindió a las mudas señales y asentimientos de sus oficiales. Pero todo esto no es nada comparado con lo que está en el cielo. De las huestes de Dios, junto con su número, orden y obediencia, vea mi tratado titulado La recompensa del hombre justo.
¿Y sobre quién no se levanta su luz? ] Es decir, su sol, ese príncipe de los planetas, pero siervo de los santos (como su nombre importath), cuya "salida es desde el fin del cielo, y su circuito hasta el fin del mismo: y no hay nada oculto del calor de la misma ", Salmo 19:6 . Se llama Su luz, porque, al hacerla, así reunió en ella, como en un recipiente, la primera luz que antes estaba esparcida aquí y allá en los cielos.
Hay quienes comprenden este texto de la luz de la omnisciencia de Dios; otros, de su beneficencia. Quis est quem non superet luce bonitate sum? (Merlín) ¿A quién no vence con la luz de su bondad? Seguramente todo lo bueno que hay en la criatura no es más que una chispa de su llama, una gota de su océano.