Fíjate bien, Job, escúchame; calla y hablaré.

Ver. 31. Fíjate bien, oh Job, escúchame ] Porque hablo de Dios y por Dios. Fue un buen discurso de Austin a Manicheus, compitiendo con él por la audiencia. Escúchame, escúchame, dijo Maniqueo. Más aún, dice Austin, Nec ego, nec tu me, sed ambón audiamus Apostolum, dicentem, Peccatum no cognovi, & c., Ni tampoco dejaré saber de ti ni tú me escuchas, pero nos dejó tanto escuchar el apóstol, diciendo: "Yo no había conocido la lujuria ", etc.

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