Y vino Jefté a Mizpa, a su casa, y he aquí su hija le salió al encuentro con panderos y danzas; y era su única hija; a su lado no tenía ni hijo ni hija.

Ver. 34. No tuvo ni hijo ni hija. ] Heb., De sí mismo. Dios ya no tenía ningún hijo de sí mismo, engendrado de su propia sustancia, sino sólo Jesucristo: de quien, sin embargo, se separó libremente para ser ofrecido como sacrificio inmolado por nuestra redención. Ama amorem illius, dice Bernard.

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