Y cuando Zebul, príncipe de la ciudad, oyó las palabras de Gaal hijo de Ebed, se encendió su ira.

Ver. 30. Su ira se encendió, ] sc., Al escuchar a su señor ya sí mismo tan despreciados y degradados: no hay nada que la naturaleza del hombre sea más impaciente que el desprecio; porque un escarnio vergonzoso muestra una total falta de respeto, que proviene de lo superfluo de la malicia.

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