Oh Señor, has abogado por las causas de mi alma; has redimido mi vida.

Ver. 58. Oh Señor, has abogado por las causas de mi alma. ] De lo cual aquellos babilonios no eran jueces justos.

Tú has redimido mi vida. ] Es la vida, es más, el alma de los santos, lo que los impíos buscan, aunque no siempre profesan hacerlo.

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