Y vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán en el reino de Dios.

Ver. 29. Y se sentará ] Como en una cena suntuosa. Por tanto, cuando se nos invite a una fiesta completa, pensemos en el cielo: mientras Fulgencio, contemplando en Roma la majestad del emperador, la gloria del senado, el lustre de la nobleza, gritó: ¡Qué hermosa es Jerusalén la celestial! Roma la terrestre aparece con tal esplendor. De modo que el Maestro Esty, cuando se sentó y escuchó un dulce concierto de música, pareció en esta ocasión llevado por el tiempo anterior al lugar de su descanso, diciendo muy apasionadamente: ¿Qué música podemos pensar que hay en el cielo? (El arte de la meditación divina del Dr. Hall.)

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