Diciendo: Había en una ciudad un juez que no temía a Dios, ni miraba a los hombres;

Ver. 2. Que no temió a Dios, ni miró al hombre ] Estos dos, temor de Dios y vergüenza del mundo, Dios ha dado a los hombres como ataduras para contenerlos de la ultraje. Pero el pecado ha cargado tal descaro en los rostros de algunos hombres que se atreven a hacer cualquier cosa.

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