Y volvió a salir por la orilla del mar; y toda la multitud acudía a él, y él les enseñaba.

Ver. 13. Y les enseñó ] Para enseñarnos, que nada puede ser mejor y más útil para la Iglesia que la sana enseñanza; que, por tanto, nuestro Salvador nunca descuidó. Se convirtió en un proverbio en Constantinopla: Mejor no brille el sol que Crisóstomo no predique.

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