Pero tú desechaste y aborreciste, te enojaste con tu ungido.

Ver. 38. Pero tú has desechado y aborrecido ] Así le pareció al salmista por enfermedad de la carne (aunque su fe sí ubique micare, aparecía de vez en cuando en medio de sus quejas), y así los enemigos denunciaban e insultaban.

Te enojaste con tu ungido ] sc. Por amor disgustado. Y aquí, como también en los versículos siguientes, omnia sunt Asyndeta, ad vehementiam.

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