Salmo 91:6 [Ni] por la pestilencia [que] ande en tinieblas; [ni] por la destrucción [que] asola al mediodía.

Ver. 6. Ni por la pestilencia ] Llamado antes del terror y la flecha, como algunos conciben, Hipócrates lo llama το θειον, la enfermedad divina, porque enviado más inmediatamente de Dios, como un mensajero maligno. No sino para que un buen hombre muera de la peste, como Oecolampadius y muchos otros; Se cree que Ezequías lo tuvo, al igual que el reverendo Beza (su familia fue visitada en cuatro ocasiones diferentes), quien se sintió muy reconfortado bajo esa y otras pesadas aflicciones con este dulce salmo, que, por lo tanto, abrazó y estimó de la manera más querida de todos los días de su vida, como él mismo lo atestigua en su argumento y uso de este salmo.

Ni por la destrucción que asola al mediodía ] Para el diablo del mediodía (así la Vulgata lo traduce después de la Septuaginta), como, por la pestilencia que camina en la oscuridad, un antiguo manuscrito inglés tiene duende. Aquí lo expone el Caldeo, la compañía de los demonios. Como en el siguiente versículo, "Mil caerán a tu lado, y diez mil", etc. R Salomón dice: Mil demonios levantarán sus tiendas a tu derecha ya tu izquierda; pero no te hará daño, porque los ángeles buenos te guardarán de ellos.

Pero es mejor entender todo (como antes) de la pestilencia, aunque no dudo que el diablo, ese anciano asesino, tiene una mano en esta y otras calamidades comunes, pero no sin que el poder dominante del Señor lo limite.

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