15-25 No puede haber asentimiento a las oraciones que no se entienden. Un ministro verdaderamente cristiano buscará mucho más hacer un bien espiritual a las almas de los hombres, que conseguir el mayor aplauso para sí mismo. Esto es demostrar que es un siervo de Cristo. Los niños son propensos a sorprenderse con la novedad; pero no actúen como ellos. Los cristianos deben ser como los niños, vacíos de astucia y malicia; pero no deben ser inhábiles en cuanto a la palabra de justicia, sino sólo en cuanto a las artes de la picardía. Es una prueba de que un pueblo está abandonado por Dios, cuando lo entrega al dominio de quienes le enseñan a adorar en otra lengua. Nunca podrán ser beneficiados por tal enseñanza. Sin embargo, así hacían los predicadores que impartían sus instrucciones en una lengua desconocida. ¿No haría el cristianismo ridículo para un pagano, escuchar a los ministros orar o predicar en un idioma que ni él ni la asamblea entendían? Pero si los que ministran, interpretan claramente las Escrituras, o predican las grandes verdades y reglas del evangelio, un pagano o persona inculta podría convertirse al cristianismo. Su conciencia podría ser tocada, los secretos de su corazón podrían serle revelados, y así podría ser llevado a confesar su culpa, y a reconocer que Dios estaba presente en la asamblea. La verdad de las Escrituras, enseñada clara y debidamente, tiene un maravilloso poder para despertar la conciencia y tocar el corazón.

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