** Esta epístola es un discurso sobre los principios del cristianismo, en la doctrina y la práctica. El propósito parece ser refutar y proteger contra principios y prácticas erróneos e impíos, especialmente los que rebajan la divinidad de Cristo y la realidad y el poder de sus sufrimientos y muerte como sacrificio expiatorio, y contra la afirmación de que los creyentes, siendo salvados por la gracia, no están obligados a obedecer los mandamientos. Esta epístola también exhorta a todos los que profesan conocer a Dios, tener comunión con él y creer en él, y que caminan en santidad, no en pecado, mostrando que una mera profesión externa no es nada, sin la evidencia de una vida y conducta santas. También ayuda y estimula a los verdaderos cristianos a la comunión con Dios y con el Señor Jesucristo, a la constancia en la verdadera fe y a la pureza de vida. * (1) El apóstol prefiere su epístola a los creyentes en general, con evidentes testimonios de Cristo, para promover su felicidad y alegría. (1-4) Se muestra la necesidad de una vida de santidad, para la comunión con Dios. (5-10)