1-7 Dios entregó a Saúl en manos de David. Fue una oportunidad que se le dio a David para ejercer fe y paciencia. Tenía una promesa del reino, pero no tenía la orden de matar al rey. Él razona fuertemente, tanto consigo mismo como con sus hombres, en contra de hacerle daño a Saúl. El pecado es algo en lo que nos toca sobresaltarnos y resistir las tentaciones. Él no solo no haría esto malo por sí mismo, sino que no sufriría que los que lo rodean lo hicieran. Así hizo bien por mal, a aquel de quien recibió mal por bien; y fue aquí un ejemplo para todos los que se llaman cristianos, no para ser vencidos del mal, sino para vencer el mal con el bien.

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