Esta epístola generalmente se considera la primera de las escritas por San Pablo. La ocasión parece haber sido el buen informe de la firmeza de la iglesia en Tesalónica en la fe del evangelio. Está lleno de afecto y confianza, y es más consolador y práctico, y menos doctrinal, que algunas de las otras epístolas.
La fe, el amor y la paciencia de los tesalonicenses son signos evidentes de su elección, que se manifestó en el poder con que el evangelio les llegó. (1-5) Sus efectos poderosos y ejemplares en sus corazones y vidas. (6-10)