12-18 Si nos comparáramos con otros que nos superan, éste sería un buen método para mantenernos humildes. El apóstol fija una buena regla para su conducta; a saber, no jactarse de cosas sin su medida, que era la medida que Dios le había distribuido. No hay fuente de error más fructífera que juzgar a las personas y a las opiniones según nuestros propios prejuicios. ¡Cuán común es que las personas juzguen su propio carácter religioso, por las opiniones y máximas del mundo que los rodea! Pero ¡qué diferente es la regla de la palabra de Dios! Y de toda la adulación, la autoalabanza es la peor. Por lo tanto, en lugar de alabarnos a nosotros mismos, debemos esforzarnos por aprobarnos ante Dios. En una palabra, glorifiquémonos en el Señor, nuestra salvación, y en todas las demás cosas sólo como evidencias de su amor, o como medios para promover su gloria. En lugar de alabarnos a nosotros mismos, o de buscar la alabanza de los hombres, deseemos ese honor que sólo viene de Dios.

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