1-6 Aunque el método de la gracia de Dios es aguantar mucho tiempo a los pecadores, no lo hará siempre; al final vendrá, y no perdonará a los que permanezcan obstinados e impenitentes. Cristo, en su crucifixión, apareció sólo como un hombre débil e indefenso, pero su resurrección y su vida mostraron su poder divino. Así, los apóstoles, por muy mezquinos y despreciables que aparecieran ante el mundo, sin embargo, como instrumentos, manifestaron el poder de Dios. Que demuestren su temperamento, su conducta y su experiencia, como el oro se ensaya o se prueba con la piedra de toque. Si pudieran demostrar que no son réprobos, que no son rechazados por Cristo, confiaba en que sabrían que no era un réprobo, que no era repudiado por Cristo. Debían saber si Cristo Jesús estaba en ellos, por las influencias, las gracias y la morada de su Espíritu, por su reino establecido en sus corazones. Cuestionemos nuestras propias almas; o somos verdaderos cristianos, o somos engañadores. A menos que Cristo esté en nosotros por su Espíritu, y el poder de su amor, nuestra fe está muerta, y aún somos desaprobados por nuestro Juez.

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