10-18 Aquí está la condena de Judá y Jerusalén. Las palabras utilizadas representan la ciudad vacía y completamente desolada, pero no destruida por ello, sino purificada y reservada para la futura morada de los judíos: abandonada, aunque no de manera definitiva, y solo en cuanto a privilegios exteriores, ya que los creyentes individuales fueron preservados en esa visitación. El Señor rechazará a cualquier pueblo que profese y lo deshonre con sus crímenes, pero nunca abandonará su causa en la tierra. En el libro de las Crónicas leemos sobre el arrepentimiento de Manasés y su aceptación por parte de Dios; así podemos aprender a no desesperar por la recuperación de los pecadores más grandes. Pero que nadie se atreva a persistir en el pecado, presumiendo que pueden arrepentirse y reformarse cuando lo deseen. Hay algunos casos de conversión de pecadores notorios, para que nadie desespere; pero son pocos, para que nadie presuma.

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