26-32 Moisés resume todos los argumentos a favor de la obediencia en dos palabras: la bendición y la maldición. Él instó al pueblo a elegir cuál querían. Luego, Moisés ordenó una proclamación pública y solemne de la bendición y la maldición que se haría en los dos montes de Gerizim y Ebal. Hemos quebrantado la ley y estamos bajo su maldición, sin remedio por nosotros mismos. Por misericordia, el evangelio nos presenta de nuevo una bendición y una maldición. Una bendición, si obedecemos al llamado al arrepentimiento, a la fe en Cristo y a la novedad de corazón y vida a través de él; una maldición temible, si descuidamos una salvación tan grande. Acojamos con gratitud estas buenas nuevas de gran gozo; y no endurezcamos nuestros corazones, sino escuchemos esta voz de Dios mientras se nos llama hoy, y mientras nos invita a acercarnos a él en el trono de la misericordia. Esforcémonos por hacer segura nuestra vocación y elección.

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