15-22 Aquí se promete acerca de Cristo que vendría un Profeta, grande por encima de todos los profetas; por medio de Él, Dios se daría a conocer a sí mismo y su voluntad a los hijos de los hombres, de una manera más completa y clara de lo que había hecho antes. Él es la Luz del mundo, Juan 8:12. Él es el Verbo por medio del cual Dios nos habla,​​​​​​​ Juan 1:1; Hebreos 1:2. En su nacimiento, sería uno de su nación. En su resurrección, sería levantado en Jerusalén, y desde allí su doctrina se difundiría por todo el mundo. Así que Dios, habiendo levantado a su Hijo Jesucristo, lo envió para bendecirnos. Sería semejante a Moisés, solo que superior a él. Este profeta ha venido, incluso JESÚS; y Él es "Aquel que ha de venir", y no debemos buscar a otro. La visión de Dios que Él ofrece no aterra ni abruma, sino que nos anima. Habla con afecto paternal y autoridad divina unidos. Quien se niega a escuchar a Jesucristo, lo hará bajo su propio riesgo; aquel que es el Profeta también será su Juez,​​​​​​​ Juan 12:48. ¡Ay de aquellos que se nieguen a escuchar Su voz, a aceptar Su salvación o a someterse a Su autoridad! Pero bienaventurados son aquellos que confían en Él y le obedecen. Los guiará por caminos de seguridad y paz, hasta llevarlos a la tierra de luz, pureza y felicidad perfectas. Aquí se advierte contra los falsos profetas. Es de suma importancia que tengamos una piedra de toque correcta con la cual probar la palabra que escuchamos, para que sepamos si es o no la palabra que el Señor ha hablado. Todo lo que vaya en contra del sentido claro de la Palabra escrita, o que dé apoyo o aliento al pecado, podemos estar seguros de que no es lo que el Señor ha hablado.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad