6-16 Aquí hay medios para mantener y mantener la religión en nuestros corazones y casas.

1. Meditación. Las palabras de Dios deben depositarse en nuestros corazones, para que nuestros pensamientos puedan emplearse diariamente sobre ellas.

2. La educación religiosa de los niños. A menudo les repito estas cosas. Sé cuidadoso y exacto al enseñar a tus hijos. Enseñe estas verdades a todos los que están bajo su cuidado.

3. Discurso piadoso. Hablarás de estas cosas con la debida reverencia y seriedad, en beneficio no solo de tus hijos, sino también de tus siervos, tus amigos y compañeros. Aproveche todas las ocasiones para conversar con aquellos acerca de usted, no de asuntos de disputa dudosa, sino de las simples verdades y leyes de Dios, y las cosas que pertenecen a nuestra paz.

4. Lectura frecuente de la palabra. Dios los designó para escribir oraciones de la ley en sus paredes y en rollos de pergamino para usar sobre sus muñecas. Esto parece haber sido vinculante en la carta a los judíos, como lo es para nosotros en la intención de ello; es decir, que por todos los medios debemos familiarizarnos con la palabra de Dios; para que podamos tenerlo listo para usar en todas las ocasiones, para restringirnos del pecado y dirigirnos en el deber. Nunca debemos avergonzarnos de ser dueños de nuestra religión, ni de ser dueños de nosotros mismos bajo su control y gobierno. Aquí hay una advertencia para no olvidar a Dios en un día de prosperidad y abundancia. Cuando llegaran fácilmente con el regalo, serían propensos a sentirse seguros y sin importarles al Dador. Por lo tanto, ten cuidado, cuando estés sano y salvo, para que no olvides al Señor. Cuando el mundo sonríe, somos propensos a juzgarlo, y esperamos nuestra felicidad en él, y así nos olvidamos de Él, quien es nuestra única porción y descanso. Se necesita mucho cuidado y precaución en ese momento. Entonces ten cuidado; siendo advertido de su peligro, párese en guardia. No tentarás al Señor tu Dios; ni por la desesperación de su poder y bondad, mientras nos mantenemos en el camino de nuestro deber; ni presumiendo sobre ello, cuando nos apartamos de ese camino.

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