9-17 La bondad de la Providencia se distribuye más equitativamente de lo que parece a un observador descuidado. El rey necesita las cosas comunes de la vida, y los pobres las comparten; Saborean su bocado mejor que él hace sus lujos. Hay deseos corporales que la plata misma no satisfará, y mucho menos la abundancia mundana satisfará los deseos espirituales. Cuantos más hombres tengan, mejor casa deben mantener, más sirvientes deben emplear, más invitados deben entretener y más tendrán colgando de ellos. El sueño del trabajador es dulce, no solo porque está cansado, sino porque le importa poco romper su sueño. El sueño del cristiano diligente y su largo sueño son dulces; Habiendo pasado él y su tiempo al servicio de Dios, puede descansar alegremente en Dios como su Descanso. Pero aquellos que tienen todo lo demás, a menudo no logran dormir bien; su abundancia rompe su descanso. Las riquezas duelen y alejan el corazón de Dios y el deber. Los hombres duelen con sus riquezas, no solo satisfacen sus propias lujurias, sino que oprimen a los demás y no tratan con ellos. Verán que han trabajado para el viento, cuando, al morir, encuentran que la ganancia de su trabajo se ha ido como el viento, no saben a dónde. ¡Cuán enfermo el codicioso mundano soporta las calamidades de la vida humana! No se arrepiente del arrepentimiento, pero está enojado con la providencia de Dios, enojado por él; que duplica su aflicción.

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