15-30 La principal ornamentación del sumo sacerdote era el pectoral, una rica pieza de tela bellamente trabajada. El nombre de cada tribu estaba grabado en una piedra preciosa, fijada en el pectoral, para significar cuán preciosos son los creyentes a los ojos de Dios y cuán honorables son. Por pequeña y pobre que fuera la tribu, era como una piedra preciosa en el pectoral del sumo sacerdote; de la misma manera, todos los santos son queridos para Cristo, sin importar cómo los estime la gente. El sumo sacerdote tenía los nombres de las tribus tanto en sus hombros como en su pecho, lo que nos recuerda el poder y el amor con los que nuestro Señor Jesús intercede por los suyos. Él no solo los sostiene en sus brazos con fortaleza omnipotente, sino que los lleva en su pecho con tierno afecto. ¡Qué consuelo esto es para nosotros en todas nuestras oraciones a Dios! El Urim y el Tumim, mediante los cuales se daba a conocer la voluntad de Dios en casos dudosos, se colocaban en este pectoral. Urim y Tumim significan luz e integridad. Hay muchas conjeturas sobre lo que eran; la opinión más probable parece ser que eran las doce piedras preciosas en el pectoral del sumo sacerdote. Ahora, Cristo es nuestro Oráculo. Por medio de Él, Dios en estos últimos días se da a conocer a sí mismo y su mente para con nosotros Hebreos 1:1; Hebreos 1:2; Juan 1:18. Él es la verdadera Luz, el fiel Testigo, la Verdad misma, y de Él recibimos el Espíritu de Verdad, que nos guía a toda verdad.

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