17-20 El profeta debe comer y beber con cuidado y temor, con temblor, para poder expresar la condición de aquellos en Jerusalén durante el asedio. Cuando los ministros hablan de la ruina que viene sobre los pecadores, deben hablar como aquellos que conocen los terrores del Señor. Las aflicciones son felices, aunque sean dolorosas para la carne y la sangre, que nos mejoran en el conocimiento de Dios.

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