** Filemón era un habitante de Colosas, una persona de cierta importancia y riqueza, y un converso bajo el ministerio de San Pablo. Onésimo era el esclavo de Filemón: habiendo huido de su amo, fue a Roma, donde se convirtió a la fe cristiana, por la palabra expuesta por Pablo, quien lo retuvo hasta que su conducta demostró la verdad y la sinceridad de su conversión. Quiso reparar el daño que había hecho a su amo, pero temiendo que se le infligiera el castigo que merecía su ofensa, rogó al apóstol que escribiera a Filemón. Y San Pablo no parece razonar más bellamente, ni suplicar con más fuerza, que en esta epístola.
(1) La alegría y la alabanza del apóstol por la firme fe de Filemón en el Señor Jesús, y el amor a todos los santos. (1-7) Recomienda a Onésimo como una persona que enmendaría en gran medida la mala conducta de la que había sido culpable; y en nombre de la cual el apóstol promete compensar cualquier pérdida que haya sufrido Filemón. (8-22) Saludo y bendición. (23-25)