1-17 José probó cómo se sentían sus hermanos hacia Benjamín. Si hubieran envidiado y odiado al otro hijo de Rachel como lo habían odiado a él, y si hubieran tenido la misma falta de sentimiento hacia su padre Jacob que hasta ahora, ahora lo habrían demostrado. Cuando se encontrara la copa sobre Benjamin, tendrían un pretexto para dejarlo como esclavo. Pero no podemos juzgar qué son los hombres ahora, por lo que han sido anteriormente; ni lo que harán, por lo que han hecho. El mayordomo los acusó de ser ingratos, premiando el mal por el bien; con locura, al quitar la taza de uso diario, que pronto se echaría de menos, y se hizo una búsqueda diligente; porque así puede leerse: ¿No es esto en lo que bebe mi señor, que tiene un cariño particular por él, y que él buscaría a fondo? O, ¿por lo cual, dejándolo descuidadamente en su mesa, lo juzgaría si fueran hombres honestos o no? Se arrojan a la misericordia de José y reconocen la justicia de Dios, tal vez pensando en la herida que anteriormente le habían hecho a José, por lo que pensaban que Dios ahora contaba con ellos. Incluso en las aflicciones en las que nos creemos perjudicados por los hombres, debemos reconocer que Dios es justo y que descubre nuestro pecado.

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